El continente americano ha dado aportes significativos a la historia del derecho internacional humanitario. A modo de ilustración, en el siglo XIX, tres obras constituyen los primeros ejemplos modernos del derecho de los conflictos armados. El 26 de noviembre de 1820, el Libertador Simón Bolívar y el Pacificador Pablo Morillo suscribieron un tratado sobre la regularización de la guerra, que no es otra cosa que un instrumento jurídico que busca someter una guerra civil a las reglas de una guerra internacional. En 1832, Andrés Bello publica su libro Principios de Derecho de Gentes, obra hispanoamericana que da un tratamiento sistemático a la problemática de la guerra y sus consecuencias. Y, en 1863, se adopta en los Estados Unidos de América el primer instrumento que codifica una legislación para conflictos internos, la Orden General nº 100 del 24 de abril denominada «Instrucciones para el Gobierno de los Ejércitos de los Estados Unidos en Campaña», expedida por el presidente Abraham Lincoln, por la cual se adopta el Código de Lieber como nueva legislación para los ejércitos de la Unión.

Sin embargo, no puede decirse que, durante la época de la Conquista y de la Colonia en los siglos XVI a XVIII, abunden ejemplos del trato humanitario.

La difusión es la actividad que consiste en dar a conocer el derecho international humanitario (DIH), asñ como los Principios Fundamentales y los ideales del Movimiento, a fin de que sean comprendidos y aceptados y que se facilite asñ la actión humanitaria.

La reunión del 29 de noviembre comenzó con la elección, como vicepresidentes del Consejo de Delegados, de los señores Cornelio Sommaruga, presidente del Comité Intemacional de la Cruz Roja (CICR), y de Mario Villarroel Lander, presidente de la Federación Intemacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (Federación); Jean-Louis Cayla (CICR) y William Cassis (Federación) fueron elegidos como secretarios del Consejo.

Desde hace algunos años, varios organismos, particularmente las organizaciones no gubemamentales, dedican su atención a la situatión de las personas desplazadas en el interior de un país. El interés por la protección de los derechos humanos y la vocatión caritativa de esas organizaciones han hecho que se concentren en el fenómeno de las personas que abandonan su lugar habitual de residencia en un contexto caracterizado por la violencia política. La comunidad international ha tornado así conciencia simultáneamente de dos elementos: que en los países que afrontan un conflicto armado interno hay un elevado número de personas desplazadas, y que los enfrentamientos armados generan muy a menudo importantes movimientos de población. El desplazamiento de comunidades minoritarias puede convertirse incluso en una política deliberada.

Actualmente, ese aspecto, a veces ignorado, de los sufrimientos que causa la guerra, figura en el orden del día de la diplomacia multilateral. Es una oportunidad que no debemos desaprovechar para recordar el derecho existente y trabajar para que se aplique.

El Consejo de Delegados,

considerando los dramáticos cambios que han dado lugar a un nuevo contexto mundial,

consciente de los problemas relativos a la aplicación del derecho international humanitario encontrados en recientes conflictos armados,

percatándose de las presiones cada vez mayores ejercidas para que los respectivos componentes del Movimiento presten protección y asistencia a las víctimas de los conflictos armados, de disturbios y de desastres,

considerando el creciente número de participates en el ámbito de la asistencia international humanitaria y de los problemas relativos a la coordinatión de las operaciones de socorro en caso de desastre,

reconociendo que el Movimiento debe adaptarse a la realidad de este mundo en evolutión, mientras mantiene y presta servicios de conformidad con los Principios Fundamentales,

1. decide, de conformidad con el artículo 14, párrafo 7 de los Estatutos del Movimiento International de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, formar un Grupo de Estudio sobre el futuro del Movimiento International de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja;

2. define las atribuciones de ese Grupo de Estudio como sigue:

1. Cometido

El cometido del Grupo de Estudio será asesorar y recomendar al Consejo de Delegados una estrategia para el Movimiento, como respuesta a las nuevas tendencias y a la evolutión de los problemas humanitarios.

Del 30 de septiembre al 2 de octubre de 1992, los miembros de la Asamblea del CICR viajaron a Alemania para visitar, sucesivamente, el Servicio Internacional de Búsquedas (SIR) en Arolsen y dos secciones de la Cruz Roja Alemana (Turingia y Berlín).

Exceptión hecha de la visita a Solferino, es la primera vez que la Asamblea del CICR viaja al extranjero.

El 30 de septiembre, los miembros de la Asamblea asistieron a la presentatión del SIR organizada por su director, señor Charles Biedermann, y pudieron darse cuenta de la importancia y de la actualidad de las actividades del SIR.

Cabe recordar que el Servicio Internacional de Búsquedas fue creado en Londres, el año 1943, y que su objetivo es reunir, clasificar, conservar, aprovechar y poner a dispositión de las personas directamente concernidas toda la documentatión relativa a los ciudadanos alemanes y no alemanes que fueron perseguidos o estuvieron detenidos en los campos de concentratión o de trabajo nacionalsocialistas, así como a las personas no alemanas que fueron desplazadas a causa de la II Guerra Mundial.

El petrel es una pequeña ave marina de plumaje oscuro que, cuando hay borrasca, vuela entre las olas para protegerse. Dice la leyenda que son los heraldos del peligro.

Durante siglos, los marinos neutrales nan procurado esquivar la violencia que acompañaba a los buques de guerra. En nuestro mundo en continuo movimiento, la experiencia de esos marinos no sólo sirve de amonestación, sino que sienta, además, un precedente jurídico para todos los viajeros internacionales. Se han dado recientemente casos de pasajeros de avión, trabajadores migrantes y muchas otras personas que han corrido grandes riesgos por conflictos a los que eran ajenos. La vida de éstos depende entonces de los mismos principios establecidos para proteger a las personas neutrales en el mar. Los marinos neutrales han sido los petreles de las tormentas del derecho internacional.

El derecho internacional humanitario es el conjunto de normas (los 4 Convenios de Ginebra de 1949 y sus 2 Protocolos adicionales de 1977), que en la guerra regula los derechos, obligaciones y limitaciones de los beligerantes entre sí.

Los Estados Partes en los Convenios de Ginebra y en sus Protocolos adicionales mediante su firma y posterior ratificación no sólo se han comprometido a respetar y hacer respetar el derecho humanitario en cualquier circunstancia, sino a difundirlo lo más ampliamente posible en tiempo tanto de paz como de guerra, tanto en las fuerzas armadas y la policía como entre la población civil. Así se estipula específicamente en los artículos 47 del I Convenio, 48 del II Convenio, 127 del III Convenio y 144 del IV Convenio de Ginebra.

Planteamientos previos

El impulso descubridor que, a partir de 1492, abrió la conquista de las tierras encontradas al otro lado del océano, cubre prácticamente la totalidad del siglo XVI. Pero aquellas tierras no fueron sólo una geografía inédita a descubrir y ocupar. Desde el primer momento aparecieron habitadas. La presencia del hombre acompañó al paisaje, ya en las primeras islas con las que se inicia el contacto.

Esta presencia humana condicionó de forma decisiva el desarrollo de los acontecimientos que llenaron el primer cuarto del siglo, que es el que corresponde a la fase antillana. Y desde que se comenzó a explorar la masa continental, pero sobre todo cuando llegaron las grandes penetraciones en tierra firme, primero con la expedición de Pedrarías en el Darien (1514) y luego con la empresa cortesiana (1519), o con la inmediatamente siguiente de Francisco Pizarro y Diego de Almagro (1528) en dirección al Perú, el paisaje humano del Nuevo Mundo exhibió ante los españoles toda su enorme complejidad. Las relaciones con los naturales aparecieron, pues, cada vez más, pero ya desde el primer día, como la cuestión más grave y difícil de las muchas que trajo consigo la sorpresa de haberse completado el orbe. Se situó en el centro de la nueva realidad y, de una manera u otra, todo acabó siendo condicionado por ella.

Tras el aplazamiento de la XXVI Conferencia Internacional, el Consejo de Delegados, que se reunió en Budapest en noviembre de 1991, aprobó la versión revisada del Reglamento de la Medalla Florence Nightingale.

Las modificaciones introducidas en ese Reglamento han servido para puntualizar los criterios de atribución de la Medalla y suprimir la desigualdad entre hombres y mujeres que ejercen esa misma profesión, desigualdad que consistía en la atribución exclusiva de esa recompensa a mujeres.

Por medio de una comunicación del 31 de enero de 1992, el CICR sometió ese Reglamento a la aprobación de los Estados Partes en los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, que podían presentar eventuales objeciones en un plazo de seis meses.

Puesto que no se presentó objeción alguna en dicho plazo, y de conformidad con el procedimiento anunciado, se considera que este Reglamento ha sido aprobado y que entró en vigor el 3 de agosto de 1992.

El 25 de noviembre de 1991, lunes, se abrió en Budapest la Octava Asamblea General de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en presencia de las delegaciones de 110 Sociedades Nacionales.

I. LA CEREMONIA DE APERTURA

En su discurso, el presidente de la Liga, señor Mario Villarroel Lander, pasó revista a la situación y a las actividades de la Liga desde la anterior Asamblea General de 1989. Puso de relieve la necesidad, para el Movimiento, de adaptarse a las exigencias de la actualidad y de afrontar los retos del futuro con un espíritu de unidad y de respeto de los Principios Fundamentales. Señaló que, en ese contexto, fue un elemento clave la aprobación, en 1989, del Plan Estratégico de Trabajo para el Decenio de los 90.

El presidente de la Liga esbozó después un cuadro de las acciones de socorro emprendidas los dos últimos años y recordó que, durante el primer semestre de 1991, la Liga hizo 35 llamamientos —cifra equivalente a todos los llamamientos efectuados en 1990— solicitando ayuda para acciones de socorro que permitieron asistir a 4,5 millones de víctimas de catástrofes naturales en diferentes partes del mundo, además de las actividades en favor de los refugiados y personas desplazadas durante la guerra del Golfo.

De comienzos de septiembre a mediados de noviembre de 1992, el presidente del CICR, señor Cornelio Sommaruga, realizó sendas misiones en los siguientes países: República de Corea, China, República Democrática Popular de Corea, Francia (ante el Consejo de Europa en Estrasburgo), Gran Bretaña, Túnez y Estados Unidos.

Del 7 al 19 de septiembre de 1992, el señor Cornelio Sommaruga estuvo en visita oficial en China y en las dos Coreas. Fue la primera vez que un presidente del CICR efectuaba una misión en la República Democrética Popular de Corea.

En cada uno de los tres países visitados, recibieron al presidente del CICR los más altos dignatarios del Estado. En China, se entrevistá con los señores Li-Peng, primer ministro, Liu Huagin, suplente en el Ministerio de Relaciones Exteriores, y Lu-Jian, primer viceministro de Justicia.

Real Cédula dirigida al contino Pedro de Torres ordenando se ponga en libertad a los indios que se habían traído de la Española y estaban en depósito, para que sean devueltos. El historiador Altamira considera que éste fue el «primer reconocimiento del respeto debido a la dignidad y libertad de todos los hombres, por incultos y primitivos que sean».

Desde hace algún tiempo, se desencadenan conflictos armados en el continente europeo o cerca de éste.

Se trata de conflictos armados entre Estados, como la guerra del Golfo, autorizada por la Resolución 678 del Consejo de Seguridad, o de guerras de liberatión nacional, como el conflicto armado en Yugoslavia, o la rebelión en Kurdistán. Independientemente de la legitimidad del recurso a la fuerza en cada una de estas situaciones, y aunque la notión clásica de «guerra justa» ya no existe, todas las partes en un conflicto armado tienen la obligación moral, jurídica y humanitaria de respetar, en la conducción de las hostilidades y mientras dure el conflicto, las leyes y costumbres de la guerra.

La segunda quincena de mayo de 1992, el presidente del CICR, señor Comelio Sommaruga, estuvo en La Haya, donde se celebró la IV Conferencia Zonal de Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja de Europa (18–22 de mayo), cuyo tema era «La nueva Europa necesita una nueva Cruz Roja» (véanse actas, pp. 414–416). Se entrevistó, en esa oportunidad, con los ministros neerlandeses de Relaciones Exteriores y de Cooperación para el Desarrollo, con quienes habló de varias acciones operacionales del CICR, de actualidad y de cuestiones financieras. El presidente agradeció al Gobierno real de los Países Bajos el futuro apoyo económico. En el Ministerio de Relaciones Exteriores hubo una reunión de trabajo con varios colaboradores encargados de las zonas geográficas y de la cooperación multilateral; se debatió acerca de las perspectivas de volver a convocar la XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. El presidente tambián tuvo la oportunidad —en un almuerzo ofrecido por el embajador de Suiza en los Países Bajos— de conversar con el presidente de la Segunda Cámara del Parlamento neerlandés y con el secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores acerca de las necesidades hurnanitarias en el mundo y el estado del respeto del derecho internacional humanitario.

En su reunión del 19 de marzo de 1992, la Asamblea del Comité Internacional de la Cruz Roja eligió como miembros del Consejo Ejecutivo a los señores Jacques Forster y Peter Fuchs. El señor Fuchs asumirá, a partir del 1 de mayo de 1992, la función de director general.

El señor Jacques Forster, profesor en el Instituto Universitario de Estudios de Desarrollo (IUED), es miembro del CICR desde 1989. Reemplazará en el Consejo Ejecutivo al señor Rudolf Jäckli, que ha ejercido este cargo durante trece años. El señor Jäckli sigue siendo miembro del CICR.

El doctor Peter Fuchs sucede al señor Guy Deluz que expresó el deseo de renunciar a su cargo para dedicarse a otras actividades. En su reunión del 20 de febrero, la Asamblea del Comité Internacional de la Cruz Roja aceptó su renuncia y agradeció la competencia y la entrega con las que ha realizado su labor en la Institutión. El CICR podrá seguir beneficiándose de la experiencia del señor Deluz recurriendo a él como consultor en el marco de los estudios para los que se ha contado con su estrecha colaboración.

Desde septiembre de 1990, Fródéric Maurice fue nuestro asistente en la Dirección de Actividades Operacionales. Por su brillante inteligencia, su considerable experiencia en los teatros de operaciones y su comunicativa cordialidad, a la que añadía un sentido crítico siempre estimulante, prestaba una determinante contribución a nuestro trabajo.

Pero, a pesar de todo, encontraba que el cargo de asesor se articulaba más particularmente en la reflexión de fondo, se relacionaba muy poco con la acción y estaba demasiado alejado de las decisiones que forjan las operaciones. Con regularidad, debía encargarse de misiones sobre el terreno. Así, fue al Kurdistán irakí y a la región de Basra, en abril de 1991, para evaluar alií las necesidades de la posguerra del Golfo y emprender operaciones de envergadura.

Uno de los principales objetivos de las Conferencias Internationales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, en las que participan Instituciones de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y los Estados Partes en los Convenios de Ginebra, es promover el respeto del derecho internacional humanitario en los conflictos armados.

La XXVI Conferencia Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que debía celebrarse del 28 de noviembre al 6 de diciembre de 1991 en Budapest, ha sido aplazada por tiempo indeterminado debido a divergencias políticas. El CICR deplora esta lamentable situatión; quiere, no obstante, dar a conocer sus reflexiones y sus preocupaciones por lo que atañe al respeto del derecho international humanitario. Por ello, remite hoy a todos los Estados Partes en los Convenios de Ginebra, así como a las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, el texto del informe sobre el tema que estaba previsto presentar en dicha Conferencia.

En vista de la urgente atención que requieren las graves cuestiones humanitarias evocadas en el mismo, estoy convencido de que es oportuno proseguir, mediante esta publicación, un diálogo más necesario que nunca con el conjunto de los Estados y de las Sociedades Nacionales.

Debido a las proporciones del flujo de refugiados de ex Yugoslavia, sin precedentes en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados convocó, el 29 de julio de 1992, en Ginebra una conferencia con el fin de movilizar a la comunidad internacional en favor de las más de 2.300.000 personas que han huido de los combates desde el comienzo de la crisis yugoslava en 1991.

Participaron en la reunión, presidida por el consejero federal suizo señor Arnold Koller, los representantes de 86 Estados, 11 organismos intergubernamentales y 2 ONG, que escucharon sucesivamente las intervenciones del señor Jan Eliasson, subsecretario general de las Naciones Unidas encargado de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, de la señora Sadako Ogata, alta comisionada de las Naciones Unidas para los refugiados y del señor Cornelio Sommaruga, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja.

El presidente del CICR, tras denunciar lo que denominó «un proyecto basado en la exclusión del otro», declaró: “Pienso en los terribles estragos de la «purificación étnica», que hacen uso del terror indiscriminado contra la población, la intimidación y el acoso de las minorías, el internamiento masivo de civiles, la toma de rehenes, la tortura, las deportaciones y las ejecuciones sumarias.