El anónimo Poema de Fernán González del siglo XIII, labor de un autor letrado que era consciente de que escribía literatura y que añadía elementos suplementarios y anacrónicos, es el producto de la repetición de la misma narración a través de más de tres siglos. El poema conservado se convirtió en vehículo del autor para expresar sus propios propósitos y predisposiciones. Los hechos del siglo X, y los hombres ‘de quales ellos fueron paresçe aun oy dia’, se perciben con ojos del siglo trece, el pasado se ve con el sentido del presente, como dijo Armistead, con la semblanza de la actualidad. La figura histórica, por medio de la leyenda literaria, se ha convertido en personaje heroico. La representación literaria de Fernán González reúne tanto características caballerescas como milagrosas; es a la vez rebelde y mesurado, como respuesta a la figura heroica del Cid Campeador. Los diferentes autores harán que Fernán González y su esposa Sancha, como símbolos del valor y valentía que se asociarán con los castellanos, se enfrentan a la complacencia de la España cristiana del siglo XIII, representada por la figura de la reina Teresa. Más tarde, en tiempos de los Reyes Católicos, así mostró Mercedes Vaquero, Fernán González será símbolo de la unidad nacional que les era de tanto interés. Los muchos autores que tratarán este tema a través de tantos siglos de literatura española, presentarán sus propias figuras y tramas basadas en el original medieval.

La veracidad histórica no se cuestiona porque todos los personajes son identificables. Fernán González fue el segundo hijo de Gonzalo Núñez y Munia Dueña, también conocida como Jimena, un nombre menos arcaico. Tanto Menéndez Pidal como Pérez de Urbel acreditan a la madre del héroe haberle inculcado su tenacidad, su vasta ambición y su espíritu generoso. Nacida alrededor de 880, se casó con García de León en 896 y, al quedarse viuda después de catorce años de matrimonio, contrajo segundas nupcias con Gonzalo Núñez con quien tuvo dos hijos. En los documentos que firmó, a fin de distinguirse de otras condesas y orgullosa de su posición como viuda de un rey y de un líder de Castilla, se refiere a sí misma con el superlativo ‘comitissima’. Murió después de 935.

La selección de la esposa de Fernán González quizás se deba a la influencia de su madre.