Herencia, el primer largometraje de Paula Hernández, fue filmado gracias a la obtención del premio “Opera Prima” para el guión de la película en el concurso del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales en 1999. Terminada en el 2001, la película recorrió diversos festivales internacionales, cosechando numerosos premios, antes de estrenarse en la Argentina en el 2002. La directora explica que prefirieron “recorrer festivales antes de mostrarla acá. La idea era ver cómo funcionaba y después decidir cuál era el mejor momento para su estreno en Argentina,” pero que, con el advenimiento de la crisis del 2001, prefirieron esperar y la terminaron estrenando seis meses más tarde: “Igual funcionó muy bien: tuvo casi 90 mil espectadores y se mantuvo en cartel más de 15 semanas, que para una película independiente que se realizó en condiciones de producción muy precarias es un logro enorme” (Hernández, “Un debut”).

A pesar de no haber alcanzado la meta de cien mil espectadores, una especie de medida dorada en el circuito de exhibición comercial de la Argentina, ya que asegura la permanencia de las películas en cartelera, Herencia se desempeñó muy bien para ser una película independiente debido, quizás, a su formato narrativo clásico. La película tuvo una recepción en general muy favorable en los principales medios periodísticos locales: una acogida cálida, que reproduce la misma calidez que la película procura y consigue transmitir.

Herencia cuenta la historia de Olinda, una inmigrante italiana, que llegó a la Argentina después de la Segunda Guerra Mundial siguiendo a un hombre a quien amaba, y al que aparentemente sólo llegó a encontrar mucho después. En el presente de la película, Olinda es dueña de un restaurante de barrio, que presumiblemente ha conocido tiempos mejores, y que Olinda, a pesar de querer mantenerlo estrictamente fiel a lo que fue en el pasado, se ve, por otra parte, tentada a vender para cumplir su deseo secreto de volverse a Italia. Olinda tiene un empleado en el restaurante, Ángel, un joven cordobés con quien discute con frecuencia (y que más tarde en el film decidirá abandonar el restaurante para irse a trabajar a un “fast food”), y un amigo, Federico, con quien mantiene una relación sentimental que no es claro si ha llegado a concretarse alguna vez, y quien almuerza a diario en el restaurante mientras dibuja en el mantel de papel a Olinda y diversas escenas que tienen lugar en el restaurante.