Aunque se tienen evidencias tempranas del uso de cal en el área Maya, fue a partir del uso de los recubrimientos de cal en Teotihuacan que se generaliza su empleo en el Altiplano central de México. Con el fin de determinar el impacto que la utilización de la cal tuvo en el medio ambiente y en la sociedad que la produjo, se realizaron estimaciones de la superficie total recubierta con aplanados en la ciudad prehispánica y de la cantidad de energía que requiere la roca caliza para transformarse en cal utilizable. Con estos datos se hizo una estimación de la cantidad de madera necesaria para producir esa energía. Los resultados sugieren que aunque fue grande la cantidad de madera requerida, no dejó señales de su explotación en los sedimentos del Valle de Teotihuacan, lo que sugiere que la cal fue procesada de lugares cercanos. Se concluye que durante su evolución, la ciudad de Teotihuacan manejó procesos tecnológicos cada vez más complejos que demandaron mayores cantidades de energía. Dada la cantidad de energía, el desarrollo tecnológico involucrado en su producción y la información que proporciona, la cal merece un sitio más destacado entre los materiales estudiados por la arqueología.