Fernando Arrabal estrenó por primera vez en 1958 una obra teatral en España. Se trataba de El triciclo, el segundo texto del autor, y la representación tuvo lugar en Madrid, en el Teatro Bellas Artes y de mano del grupo Dido. Años después, el propio Arrabal reflexionaría sobre lo que para él había supuesto dicho estreno: ‘me pegaron un palo tremendo. Si hubiera tenido éxito, tal vez me habría quedado’. Tras el estrepitoso fracaso de público, el autor, cabizbajo, volvía a París, donde vivía desde 1955. La capital francesa se mostraba más benévola con su producción dramática; de hecho, en 1957 aquella misma obra, El triciclo, le había abierto las puertas del establishment teatral parisino. Luce, una joven estudiante de literatura con quien el autor se casaría días después de la debacle madrileña, había presentado el texto a un concurso de aide à la première pièce que le valdría un contrato de edición en exclusiva con la editorial Julliard. En 1959, Jean Marie Serreau estrenaba la primera obra de Arrabal en Francia: Pique-Nique en campagne.

París le ofrecía al autor un ambiente propicio para desarrollar su dramaturgia, algo que no había conseguido encontrar en España. En el Ateneo de Madrid había tenido contacto con un postismo tardío que ya agonizaba en la década de los cincuenta. Eran los años de la autarquía franquista y del teatro convencional y de evasión. Como único refugio para la intelectualidad tímidamente crítica con el régimen se había forjado un realismo teatral que buscaba, mediante la reproducción fotográfica de la realidad, denunciar las duras condiciones de vida de los españoles.