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Sancho IV: Puente literario entre Alfonso el Sabio y Juan Manuel

Published online by Cambridge University Press:  01 December 2020

Richard P. Kinkade*
Affiliation:
Emory University, Atlanta, Georgia

Abstract

Though the development of novelistic prose in medieval Castilian literature has been traditionally associated with the encyclopedic works of Alfonso el Sabio and those of his nephew, Juan Manuel, author of the Conde Lucanor, the stylistic differences between these two writers are sufficiently important to indicate the existence of a transitional period characterized by the absorption of classical rhetoric into the mainstream of religiously oriented didactic literature. An analysis of the critically neglected works of Sancho IV, second son of Alfonso and guardian to the young Juan Manuel, reveals the intermediate stages in the transformation of impersonal Alfonsine historical narrative to the highly anecdotal mode of Juan Manuel and subsequently affirms Sancho's role in Castilian letters while stressing Juan Manuel's clear genius for synthesizing the major literary currents of his age. (In Spanish)

Type
Research Article
Information
PMLA , Volume 87 , Issue 5 , October 1972 , pp. 1039 - 1051
Copyright
Copyright © Modern Language Association of America, 1972

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References

1 Hist, del reinado de Sancho IV de Castillo, 3 tomos (Madrid: Ed. Voluntad, 1927–28); véase ii, 379. Fueron las indicaciones de la misma autora las que sugirieron el tema del presente ensayo: “Sancho el Bravo, protector de poetas y escritores, cierra en Castilla el ciclo científico de Alfonso el Sabio. . . . En lo intelectual, Sancho iv es el eslabón que une la obra literaria de Alfonso x con la de Don Juan Manuel” (ii, 382).

2 Véase Diego Catalan, “El taller historiográfico alfonsí. Métodos y problemas en el trabajo compilatorio,” Romania, 84 (1963), 354–75, quien supone una Estoria de España ya escrita en el reinado de Alfonso y de la que Sancho sacó buena parte de su “continuatión.” Véase también J. Gómez Pérez, “Elaboration de la Primera Crónica General de España y su trasmisión manuscrita,” Script., 17 (1963), 233–76; es interesante y valiosa la reseña de S. G. Armistead, “New Perspectives in Alfonsine Historiography,” RPh, 20 (1966), 204–17, sobre una colección de ensayos de Diego Catalán, De Alfonso X al Conde de Barcelona: cuatro estudios sobre el nacimiento de la historiografía romance en Castilla y Portugal (Madrid: Gredos, 1962).

3 Véanse Castigos e documentos para men vivir, ed. crít. de A. Rey (Bloomington: Indiana Univ. Press, 1952) y Los “Lucidarios” españoles, ed. crĩt. de R. P. Kinkade (Madrid: Gredos, 1968).

4 Citamos las obras de Juan Manuel conforme a las siguientes ediciones: Libro delcavallero et delescudero, Libro de las armas, y el Libro infinido en t. i, Obras, ed. J. M. Castro y Calvo y Martin de Riquer (Barcelona: C.S.I.C, 1955); Libro de los estados, ed. Gayangos, BAE, 51; El Conde Lucanor o Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio, ed. J. M. Blecua (Madrid: Castalia, 1969). Para la cronología de estas obras, sigo la establecida por A. G. Soler, Don Juan Manuel, biografia y estudio crítico (Zaragoza: Real Academia Española, 1932), págs. 159–76.

5 Respecto de la influencia más obvia de los Castigos sobre Don Juan, véase María Rosa Lida de Malkiel, “Très notas sobre don Juan Manuel,” RPh, 4 (1950–51), 155–94: “En cuanto a la [historieta] del medio amigo, parece ser que tanto don JM como el autor del Caballero Cifar partieron de la version castellana contenida en el ms. B de Castigos e documentos” (pág. 165).

6 El Libro del tesoro atribuido a Alfonso no se trata de una traductión de Li Livres dou trésor de Brunetto Latini, sino que tiene por asunto la transmutatión de los metales: cf. José A. Sánchez Pérez, “ ‘Libro del Tesoro,‘ falsamente atribuido a Alfonso el Sabio,” RFE, 19 (1932), 158–80.

7 Véase Diego Catalan, “El taller historiográfico alfonsî,” déclara que “La subida al trono de Sancho iv significó, a lo que creo, la paralización—si no la disolución—de las escuelas alfonsíes; una vez interrumpida por el nuevo rey los pagos literarios (segûn parece asegurar las cuentas de su reinado), pronto cesaría toda labor historiográfica verdaderamente creadora” (pág. 357).

8 E.g., La gran conquista de ultramar en la ed. de Gayangos, BAE, 44, es imperfecta y es de desear una nueva hecha con arreglo a las exigencias de la técnica moderna. Son considerables las aportaciones bibliográficas contribuidas por A. Rey en su ed. de los Castigos, pág. 20, n. 26.

9 Las dos frases citadas se refieren al artículo de M. R. Lida de Malkiel, “La General estoria: notas literarias y filológicas (i),” RPh, 12(1958), 111–42, donde ella subraya los cuatro métodos estilísticos empleados por Alfonso en su “arte de traductión” (págs. 122–31). Consûltese también el articulo de Walter Mettmann, “Stand und Aufgaben der alfonsinischen Forschungen,” RF, 14 (1964), 269–93, quien puntualiza importantes lagunas para futuros trabajos en este campo.

10 Para una discusión de la honda religiosidad de Don Juan y su conexión con los dominicos, véase M. R. Lida, “Très notas,” págs. 156–63. Sobre el papel revolucionario de los frailes dominicos en la colección y dispersion de los ejemplos en Europa y la cronología seguida por los distintos tipos de literatura basada en los exempta, véase J. A. Mosher, The Exemplum in the Early Religious and Didactic Literature of England (New York: Columbia Univ. Press, 1911), págs. 86 y 138; y, en general, la obra de J. T. Welter, L'Exemplum dans la littérature religieuse et didactique du Moyen Áge (Paris: E. H. Guitard, 1927).

11 Véase M. R. Lida “Tres notas”: “Don Juan, en suma, no puede integrar la cultura grecorromana en su avasalladora personalidad. Si algûn raro motivo cuadra oportunamente con su pensamiento, muy lejos de traducirlo con la minuciosa sumisién de Alfonso el Sabio o de tomar detalles que enriquezcan su propia presentatión, la reduce a su concentrada esencia” (pág. 178); ella opina que la tendencia a pintar la vida diaria se debe en gran parte a la influencia árabe (véase la pág. 168), juicio sostenido por Diego Marín, “El elemento oriental en Don Juan Manuel: sintesis y revaluatión,” CL, 7 (1955), 1–14.

12 Véase la conocidísima Gesta romanorum que Mosher denomina “a transitional work between collections of exempla and compilations of tales which, though sometimes didactic in tone, were largely secular in content” (pág. 80). Otro tanto nos dice G. R. Owst, Literature and Pulpit in Medieval England, 2nd ed. with additions (New York: Barnes and Noble, 1966), quien habla de una “verbal illustration which describes everyday things as seen by the shrewd observer, and may be called ‘realistic’ … it is over the wide field of sermon literature that we must study the growth of this realistic treatment, for it is there that it seems most likely to have originated” (pág. 23).

13 Esto es lo que pretende hacer A. Porqueras Mayo, “Notas sobre la evolutión histórica del prólogo de la literatura medieval castellana,” RL, 11 (1957), 186–94. De costumbre, el prólogo se limita a una justification de la obra misma.

14 Latini figuró prominentemente en el partido güelfo que tan enconada riña sostuvo con los gibelinos florentinos. Fue en este contexto cuando hizo un viaje a España eñ el verano de 1260, encabezando una embajada de Florencia que apoyaba las pretensiones impériales de Alfonso x. Véase Li Livres dou trésor, ed. crît. de F. J. Carmody, Univ. of California Publications in Modem Philology, No. 22 (Berkeley and Los Angeles: Univ. of California Press, 1948), págs. xv-xvii; véase también A. Ballesteros-Beretta, Alfonso el Sabio (Barcelona: Salvat Editores, 1963), págs. 284–89.

15 En su ed. de Li Livres dou trésor, Carmody nos dice que “Le plan de notre encyclopédie n'est pas original, car il remonte, par un intermédiare qui m'est inconnu, au commentaire grec d'Eustratius sur l'Ethique à Nicomaque. Ce commentaire, dans la traduction latine médiévale, dit ‘Philosophia in duas partes divisa, dico autem in theoricam et practicam. . . . Theorica in physiologicam, theologicam, et mathematicam. . . . Practica in ethicam, yconomicam et politicam’ ” (pág. xxiv). Al comparar el estilo de Brunetto con el de otro enciclopedista famoso, Vicente de Beauvais, Carmody señala que “Vincent a rassamblé en latin toutes les connaissances humaines, bien rangées, bien documentées ; Latini, au contraire, n'a reproduit que les détails importants, … Le Speculum naturale est donc un livre de référence d'une grande valeur, mais le Trésor a disséminé ses connaissances parmi les hommes du monde aussi bien que parmi les étudiants” (pág. xxiii).

16 Véase K. Vossler, Mediaeval Culture, 2 vols. (New York: Harcourt, 1929), donde se traza la trayectoria de este dualismo desde Platón a través de Cicerén, Augustin, Aberlardo, etc. y la Divina Comedia, especialmente en t. i, págs. 196–98, 242, 254–57, et passim.

17 Véase F. López Estrada, “Sobre la difusión del Tesoro de Brunetto Latini en España (El Manuscrito de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras),” la série de Gesammelte Aufsätze zur Kulturgeschichte Spaniens, t. xvi, en Spanische Forschungen der Görresgesellschaft (Munster Westfalen: Aschendorffsche Verlagsbuchhandlung, 1960), págs. 137–52. El artículo es una description del MS. 13–3-18 de la mencionada biblioteca con una transcription paleográfica del índice de los capítulos del Tesoro.

18 “ ‘De regimine principum,‘ de Egidio Romano en la literatura castellana de la Edad Media,” Ciudad de Dios (El Escorial), 173 (1960), 32–71; al notar que Sancho mandó traducir Li Livres dou trésor, comenta Rubio: “Estos detalles hacen más probable que Sancho iv tuviera noticia de la obra de Egidio y se procurara alguna copia, en latín o en francés, y aûn le sugiriera la idea de escribir Castigos e documentos” (pág. 45). Con todo, concluye Rubio, “nada encontramos en ellos que refîeje una huella clara y évidente de la obra de Egidio” (pág. 46).

19 “E de aqui se toma vn rramo de vna pregunta que fazían los omnes de que nasçió grand eregia. . . . Estos malos entendimientos que ende toman non es por mengua que cada vno dellos non ayan muy buenas rrazones que tomen e muy derechas, para ponerlas por sy e dexar por ellas las malas e las valdías en que pueden abiertamente prouar e amostrar la vertud segund es, e más porque los entendimientos dellos non son de vna manera todos tan complidos los vnos como los otros” (Lucidario, pág. 78). Alfonso no suele pronunciar juicios de carácter ético, contentándose con señalar ûnicamente el hecho de que los nombres son distintos: “Por que los coraçones delos omnes son departidos, porent natural cosa es que los entendimientos et las huebras non acuerden en uno” (“Prólogo” del Fuero de Santo Domingo de la Calzada, 1255, en Crestomatia del Español medieval, Madrid: Gredos, 1965, I, 259). Consta que los prólogos de Sancho iv, sin embargo, siguen fielmente una fórmula ya bien establecida por su padre en la introductión de cada una de las siete Partidas.

20 Véase la ed. de A. Rey, pág. 221, para una lista de los proverbios y refranes. Las fuentes de esta sabiduria popular no hay que buscarlas más alla de los libros que Servían a los frailes dominicos y franciscanos para sus sermones: el Speculum laicorum, traducido al castellano como el Espéculo de los legos, ed. J. M. Mohedano Hernandez (Madrid: C.S.I.C., 1951) el Libro de los exenplos por a. b. c, edd. J. E. Keller y L. J. Zahn (Madrid: C.S.I.C., 1961), entre otros. Los Castigos refiejan también la literatura del pûlpito en su empleo d; frases en arabe atribuidas a Mahoma y sacadas del Alcorán (véanse las págs. 129–30), una tradition que han de seguir más tarde Juan Manuel y el Arcipreste de Hita.

21 El influjo de las Cantigas de Alfonso tendría su eco en el perdido Libro de las cantigas compuesto por Juan Manuel, segûn él mismo lo déclara en el prólogo general de sus obras; en el prólogo al Conde Lucanor, habla de un Libro de los cantares. Blecua, en su ed. del Conde Lucanor, opina que sería esta una colección de poemas “no muy excepcionales a juzgar por las moralejas en verso del CL.” (pág. 20).

22 Este afán de expresarse con brevedad fue notado por Menéndez Pidal, Ant. de prosistas cast. (Madrid: Espasa Calpe, 1956), pág. 29; véase también Mercedes Gaibrois de Ballesteros, “El Príncipe Don Juan Manuel y su condition de escritor,” Discurso leído ante el Instituto de España en la Fiesta del Libro del 17 de abril de 1943 (Madrid: Ed. Magisterio Español, 1945), pág. 13.

23 Cf. M. R. Lida, “Dido y su defensa en la literatura espanola,” RFH, 4 (1942), 209–52 y 313–403: “Varias formulaciones españolas de la leyenda de Dido, derivadas de las historias alfonsinas, presentan la nueva motivatión y, ante todo, los Castigos e documentos del rey don Sancho, . . . que dan precisamente a Eneas como primer ejemplo de la propositión general 'de cómo se non debe home pagar del home traidor e falso.' En esta obra didáctica el personaje más viviente y enérgico de la Eneida pasa al rango pasivo de víctima del 'home traidor' y, en verdad, de la historia de Eneas parecen inducidas las afirmaciones de que ‘el traidor e el falso es extremado de todos los otros homes . . .‘ ” (pág. 212).

24 Sancho, subrayando el carácter mundano de sus contemporáneos en el Lucidario, nos dice que “non meten mientes a otra cosa sinon a la vida que pasan de cada dia, e non quieren conosçer aquel sennor a cuyo poder han de venir” (pág. 133); en el mismo lugar contin↑a, “E desto te daré vn exienplo que pone vn nuestro sabio de cómo contesçe al omne de la vida deste mundo. Por figura que ende muestra, pone vn árbol a semejança deste mundo e ençima deste árbol esta vn omne comiendo fruta e veuiendo del vino a grand sabor de sí.” REsulta ser la misma parábola contada en Barlaam y Josaphat, Calila y Dimna, y el Libro de los gatos.

25 Cf. M. R. Lida, “TrEs notas,” donde nos dice que “los exempta . . . guiaron los primeros pasos de la narración novelistica romance de intención docente” (pág. 155); y la docencia de la Iglesia católica es esencialmente ético-moral.

26 Origenes de la novela, 4 tomos (Madrid: Editora National, 1943), i, 143 y 150.

27 “. . . et non lo fiz por que yo cuydo que sopiesse conponer ninguna obra muy sotil nin de grant recado, mas fizlo en una manera que llaman es ésta fabliella” (pág. 9).

28 Véanse José Vallejo, “Sobre un aspecto estilístico de D. Juan Manuel. Notas para la historia de la sintaxis espanola,” en Homenaje a Menéndez Pidal (Madrid: Hernando, 1925), ii, 85; M. Gaibrois de Ballesteros, “El Principe Don Juan,” pág. 12; M. R. Lida, “Tres notas,” págs. 182–83; R. Esquer Torres, “Dos rasgos estilísticos en Don Juan Manuel,” RFE, 47 (1964), 431.

29 A falta de una ed. del Tesoro y con el fin de que resalte la correspondencia entre esta obra y las de Juan Manuel, cito los capîtulos en castellano segdn el índice publicado por F. López Estrada y el texto en francés segûn la ed. de Carmody; véanse las notas 14 y 17.

30 No podemos compartir la opinion de Doña Mercedes Gaibrois de Ballesteros, “El Principe Don Juan,” quien crée que “El recurso de hacer una frase dificultosa tergiver-sando la dispositión de las palabras es tan puéril, que cabe pensar si no sería una humorada de don Juan Manuel, una especie de sátira al estilo oscuro propuesto por el de Xérica” (pág. 15).