A partir de 1492, la Europa cristiana, comandada por España, desplaza al mundo musulmán de la hegemonía mediterránea para luego establecerse como el centro del proceso desarrollista, e instituir un dominio y control sobre la periferia. Este proceso expansionista de la temprana modernidad facilitaría la explotación de las riquezas naturales y humanas de los pueblos no europeos, sin las cuales las potencias de Occidente no hubiesen podido financiar su desarrollo económico, político y cultural (Stein y Stein 2000: 23–26).

Dentro de esta configuración geopolítica, Enrique Dussel sitúa a las colonias españolas en América como la primera periferia de la Europa y, por consiguiente, como parte integrante de la constitución de la subjetividad moderna (1994: 9–10). La nueva realidad geográfica, que se va construyendo ante los ojos de los exploradores, adquiere un valor significativo en la medida en que ésta va suministrando los recursos y las bases con las que se inicia la invención del ‘yo’ europeo, a través de la exclusión del otro, para constituirse como amo y señor universal por excelencia, creando un sentido de superioridad cuasi divina, que le permite ejercer un control sobre todo lo que le rodea, para luego colocarse al centro del presente, pasado y futuro (Heller 1980).

Sin lugar a dudas, Cristóbal Colón y Amerigo Vespucci fueron dos de los exploradores que más impacto tuvieron en el proceso de producción de la imagen de los territorios encontrados, de lo que más tarde se denominaría América – Indias Occidentales para el discurso oficial español. Tanto la osadía y ambición aventurera del primero, como la conceptualización argumentativa del segundo, ayudaron a cimentar las bases de la invención de América, creando, al mismo tiempo, las condiciones propicias para que Europa alcanzara la posición hegemónica que hasta hoy en día goza. Las imágenes y representaciones emanadas de los escritos de los exploradores europeos constituyen una parte importante de la historiografía occidental, que permiten fortificar el capital cultural europeo, así como racionalizar la violenta explotación y subyugación a la que son sometidos los colonizados.

En los textos de Colón y Vespucci se puede observar cómo el cuerpo de los europeos se desplaza por los territorios que van recorriendo para ir construyendo e implantando sus relaciones de producción y de poder, jerarquizando al poblador americano, a través de la imposición de una ‘manera de ver’, que pone hincapié en la descripción de sus particularidades corpóreas, así como performativas.