Desde el momento mismo de la conquista y establecimiento de los españoles en el Nuevo Mundo ha sido de importancia singular el problema de la aculturación de la población indígena. En la primera mitad del siglo XVI se planteó una amplia discusión doctrinal con profundas consecuencias prácticas, en la que fueron agentes activos centrales las más altas instancias políticas y administrativas del Estado español coetáneo, desde el Consejo de Indias a la persona del propio Monarca, encontrándose en el origen de las más importantes decisiones de orden legislativo adoptadas por la Corona, con sus momentos culminantes en la Junta de Burgos, mandada reunir por Fernando III de Aragón en 1512 para estudiar expresamente la problemática humana e ideológica (en la época esencialmente religiosa) de los indios americanos, y en las Leyes Nuevas de 1542 promulgadas por Carlos V bajo la immediata influencia del “grupo de presión” del que era figura prominente el dominico Bartolomé de las Casas.