El presente artículo reflexiona sobre una de las maneras a través de las cuales la sociedad boliviana contemporánea ha intentado resolver el brusco vaciamiento de la concepción de lo nacional en la era neoliberal. El artículo argumenta que la hoja de coca ha sido uno de los elementos más importantes en llenar este vacío. Su poder simbólico ha hecho posible bajo determinadas circunstancias (políticas, sociales y culturales) pasar de ser un elemento clave de representación local a otro nacional. Asimismo, la hoja de coca contiene la siempre problemática relación entre lo local y la política global de su erradicación. Precisamente, uno de los aspectos que contribuye al fortalecimiento de la hoja de coca como símbolo en determinado momento es la lucha de los productores de coca en contra de tales políticas. Como marco de referencia de la argumentación se utiliza la noción de sistema-mundo de Immanuel Wallerstein, la idea de globalización de Thomas Barnett y la concepción de representación de Ernesto Laclau.