Cada escritor se maneja dentro de peculiares ciclos productivos, cuyo ritmo, duración, intensidad, época de la vida, propician valederas leeciones sobre su intima problematica, tanto personal como social, tanto histórica como estética, tanto ideológica como artistica, por cuanto no responden meramente a su voluntad productiva sino que surgen en la confluencia de sus interiores procesos psiquicos con las situaciones históricas de la cultura en que viven. Por eso nos hablan del tiempo del escritor y del tiempo de la sociedad y solo podemos alcanzar su comprensión si abrazamos conjuntamente a los dos a través de la fusión ideológica que nos entregan los textos.