En 1967 publicó nuestro queridísimo homenajeado Arthur Lee-Francis Askins un artículo precioso sobre la sextina de Lope impresa en la Arcadia (1598), “Amargas horas de los dulces días,” que refundía un soneto de similar arranque del entonces famoso jesuita el P. Pedro de Tablares. En un ítem de los Privilegios, ordenanzas y advertencias que Apolo envía a los poetas españoles, que Cervantes incluye al final de la Adjunta del Parnaso (1614), “se advierte que no ha de ser tenido por ladrón el poeta que hurtare algún verso ajeno y le encajare entre los suyos, como no sea todo el concepto y toda la copla entera, que en tal caso, tan ladrón es como Caco.” No era ése, sin embargo, el concepto de propiedad que se tenía en la época, comenzando por nuestro querido autor del Quijote. Era la literatura, y en particular la poesía, un bien mostrenco al que los poetas de todas las categorías podían acceder para refundir con más o menos libertad poética e ideológica los textos pergeñados por sus ilustres o no tan ilustres antepasados.
Sabemos cómo viven los romances, pero no cómo lo hacen los sonetos, o, al menos, no todos. No se trata de un paradigma, pero sí de un caso concreto, muy complejo, que puede ser útil a la Filología. Me refiero al soneto que comienza “Perdido ando, señora, entre la gente,” poema muy difundido por lo que se deduce de la cantidad de testimonios que lo han conservado. Es posible que, incluso, se cantara, aunque no he encontrado referencias. Doy a continuación la relación y siglas de esos testimonios y las variantes:
El soneto se halla en los siguientes manuscritos e impresos:
A: Ms. 2–F–3 Bibl. de Palacio Real de Madrid, f. 160a. Se trata del Cartapacio de Francisco Morán de la Estrella, descrito por Askins (1975) y publicado por Labrador y DiFranco y Zorita. Atribuido a Figueroa.
B: Ms. 3358 IR/8 Bibl. Riccardiana de Florencia, f. l08. Lo estudió Mele y ha sido cuidadosamente descrito por Cacho (2001: II, 334–348). Atribuido a Silvestre.
C: Ms. 3992 Biblioteca Nacional de Madrid, f. 16v. Se trata del Cancioneiro de Manuel de Faría, f. 16v. Editado por Glaser (1968). Atribuido al licenciado Antonio Mergullón.