Visitador de prisiones, abogado de los internados enemigos en los países beligerantes, médico o cirujano al lado de los heridos y de los enfermos víctimas de las hostilidades, notario del cautiverio para identificar a los detenidos, buscar a los desaparecidos, reagrupar a familiares, distribuir víveres y mantas, organizar traslados y transportes, el delegado del Comité Internacional de la Cruz Roja hace todo eso y mucho más.

Es, en primer lugar, un hombre de buena voluntad que, puede considerarse, acude en ayuda de las autoridades detentoras para resolver los delicados problemas planteados por el fenómeno grave del cautiverio de guerra. Generalmente, su labor no resulta fácil; su acción se lleva a cabo en un país que precisamente la guerra ha convulsionado y desorganizado. Se ocupará de enemigos de tal país, de prisioneros e internados que, muy a menudo, son objeto de odio.