Las páginas precedentes procuran ofrecer una reconstrucción del contexto político y de las bases intelectuales en que Balbuena concibe su obra más canónica para demostrar que Grandeza mexicana es una toma de posición dentro de lo que Rolena Adorno ha denominado la polémica por la posesión de las Indias. Este posicionamiento en contra de los criollos novohispanos y en favor de inmigrantes peninsulares como él mismo surge de una lectura que tiene en cuenta los complejos paradigmas que Balbuena utiliza. Estos modelos, anclados en el pensamiento griego clásico, establecen estrechas relaciones entre disciplinas diversas y, gracias a ello, nos permiten observar cómo Grandeza mexicana se posiciona en contra de un amplio y variado corpus textual pro-criollo, desde poemas épicos hasta tratados científicos y memoriales, con el objeto de competir por los puestos burocráticos y las encomiendas que tanto reclamaban los criollos. Si bien el largo poema que Balbuena dedica a la Ciudad de México es un alegato en favor de la mejor disposición moral e intelectual de los inmigrantes peninsulares en general, las dos emisiones del libro Grandeza mexicana, gracias a los elementos adjuntos que enmarcan el poema en sí, evidencian el esfuerzo del autor por singularizarse entre dichos inmigrantes y de presentar su propio caso individual para ascender en la jerarquía eclesiástica y, quizás, obtener incluso una de las codiciadas encomiendas.

Grandeza mexicana es la herramienta que permite al ilegítimo hijo de un cuestionado burócrata alcanzar un obispado, varias encomiendas y acumular una riqueza que, aparentemente, provocó fuertes enfrentamientos a su muerte. Gracias al capital social de su primo, Miguel Sánchez Cejudo del Olmo, obtuvo el aprecio profesional de Lope de Vega, Francisco de Quevedo y Antonio Mira de Amescua. Con el probable apoyo de la familia de Isabel de Tobar y Guzmán, e incluso el de Lope de Vega, obtiene el crucial patrocinio del presidente del Real Consejo de Indias, el Conde de Lemos. Aunque nunca pudo obtener los puestos eclesiásticos en Tlaxcala, México o Lima que tanto deseaba, tras una decepcionante temporada en Jamaica, y un fallido intento por obtener el obispado de Panamá, Balbuena alcanza el obispado de Puerto Rico, algunas encomiendas y un considerable capital económico.