Dejando bien abastecida de soldados la fortaleza de Gaucín, marchose el ferí

a los llanos de Gebalhamar, con gran pena por no haber podido haber a las

manos vivos a fray Silveste o a Inés; como eran testigos de la inocencia de

doña Elvira, al propio tiempo que sus perseguidores, quería Abenamet que

confesasen en público sus enormes delitos, para que así quedase bien puesto

a la vista de todos el honor de tan esclarecida doncella; pero frustrósele cual

hemos visto su plan.

Era la sierra de Gebalhamar excelente sitio para lo que deseaba el ferí,

pues además de su aspereza, se daba a la mano con los importantes puntos de

Casares, Genaguacil y Jubrique, se vigilaba sobre los cristianos de Estepona

y Marbella, y se podían recibir socorros por la mar del bey de Túnez; estos

socorros que Hacem había ido a pedir se esperaban de un día a otro; mas

súpose a poco tiempo el desgraciado fin del mensajero; en efecto, la madrugada

del mismo día que los de Marbella quemaron a Istán; desembarcó Hacem en

aquella costa; traía la nueva, según se indagó, de que esperasen los moros

algunos meses antes de proclamar su independencia para dar tiempo a que

el tunecino aprestase en su favor fuerte y poderoso auxilio; en compañía de

dos criados atraviesa nuestro enviado los arenales de la playa, y endilga sus

pasos hacia los escasos pinares, donde sabía que estaba el ferí. Apenas pisa la

entrada de la sierra, toparon con él los cristianos que iban a Istán, y, a pesar

de su defensa vigorosa, perecieron los tres honradamente.