El escritor nicaragüense, Juan Felipe Toruño, dió a publicidad un ensayo-antología Poesía negra que es uno de los documentos más humanos que hayan caído bajo nuestra mirada. Y es un testimonio de universalidad viviente que, con toda nobleza, enjuicia un problema que de “tanto incidir en él, los hombres se han acostumbrado a mirarlo de soslayo”. Si no se tratara de un escritor de auténtica jerarquía continental y cuya nombradla corre a través de las mentalidades literarias de las Americas, este solo libro lo hubiera colocado en la primera fila de las figuras intelectuales más representatives de nuestra familia castellana, que hace profesión de fe y que pone su pluma al servicio de la humanidad.