Habiendo excedido con creces el límite señalado por Benvenuto Cellini para evocar el pasado personal y la tarea realizada, permitidme decir algunas palabras para recordar el medio en que se formó nuestra personalidad, la influencia que en ella ejercieron los maestros de nuestra lejana adolescencia, y la forma en que gravitó, en el ambiente social y político, la vigorosa acción de los catedráticos egresados del primer curso del Instituto Pedagógico. Espero de vuestra benevolencia excuséis las referencias autobiográficas, pero habiéndole tocado en suerte al que habla vivir bajo la influencia de aquellos, primero bajo los aleros del liceo, y en seguida en la cátedra universitaria, creo estar en situación de hacer una apreciación de la labor llenada por nuestra casa de estudios, a lo largo de más de medio siglo, y destacar la profunda influencia que ha ejercido en la renovación de la vida social y política del país, a través de la acción de tres generaciones de eminentes maestros.