Cuando en 1499 Hernán Núñez editó con comentarios el Laberinto de Fortuna, señaló en varias ocasiones la deuda del poeta cordobés con respecto a su coterráneo Marco Anneo lucano (39–65 d. J.C.), sobrino de Séneca, y autor de la Farsalia, poema épico que narra la guerra civil entre César y Pompeyo. Casi cien años más tarde, en 1582, Francisco Sánchez de las Brozas publicó las obras de Juan de Mena con notas en las que coincidía con el Comendador Griego acerca de la fuente de algunos episodios. La información de Hernán Núñez y del Brocense se ha transmitido de edición en edición, de forma que es ya un hecho asumido, que se indica en el lugar pertinente de las notas críticas, sin mayores comentarios.
No es mi propósito ahora estudiar la presencia o el influjo de un cordobés sobre el otro, pero sí que quiero intentar saber, en primer lugar, si Juan de Mena, buen conocedor del latín, recurrió a un original en esta lengua, o si, por el contrario, utilizó la traducción incorporada en la Parte V de la General Estoria de Alfonso X, obra que tenía al alcance de la mano, como cronista y secretario de cartas latinas que era del rey Juan II. Por otra parte, quiero comparar ambas versiones, para establecer el uso que hace de ellas cada uno de los autores.
Los manuscritos
Dieciséis manuscritos en latín de entre los siglos XII y XV conservados en España atestiguan la popularidad de la Farsalia en los reinos de Castilla y de Aragón. Casi todos ellos se encuentran actualmente en la Biblioteca de El Escorial o en la Nacional, aunque también el Cabildo toledano conserva un códice del siglo XIV, procedente de la colección del cardenal Zelada (es el ms. 101–32), y la Colombina de Sevilla cuenta con otro ejemplar (ms. 5–5-13, del siglo XV). El resto de los manuscritos en latín se reparten, como he dicho, entre las bibliotecas formadas por los Austrias o los Borbones.