La protección debida a los refugiados y las personas desplazadas se garantiza en muchos instrumentos jurídicos internacionales, universales y regionales. El aparato normativo existe, pero, desde hace varios años, las organizaciones humanitarias encargadas de aplicarlo deben enfrentarse continuamente con situaciones nuevas, causadas por la magnitud y la frecuencia de éxodos masivos de población, principalmente en el tercer mundo, y con nuevos fenómenos de violencia, que afectan tanto al estatuto como a la protección de dicha población. Y muy a menudo, se ha podido comprobar que las soluciones dadas por las organizaciones humanitarias encargadas de la protección de los refugiados se miden en términos de asistencia más bien que de protección, sin que se pueda determinar siempre con claridad la línea de separación de esos dos ábitos.

Por consiguiente, ¿en qué medida las normas jurídicas garantizan la protección a los refugiados denominados tradicionales y a las personas que, sin ser refugiadas, están obligadas a abandonar su país a causa de conflictos armados o de disturbios interioresgraves? ¿Cómo los organismos humanitarios de protección y de asistencia se han adaptado a las realidades en el ámbito que nos interesa?

Fundado en 1951, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) fue concebido, en su origen, como una organización cuya función principal era garantizar la protección a los refugiados. Esa misión correspondía a la tarea que debía afrontar el ACNUR en aquel entonces, es decir, resolver el problema de los refugiados en Europa, secuela de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora bien, durante los últimos 35 años, la comunidad internacional—y por consiguente, el problema de los refugiados—ha sufrido cambios profundos. Parte integrante del orden internacional, el ACNUR, órgano de la Asamblea General de las Naciones Unidas y organización operacional del sistema onusiano, ha evolucionado a fin de poder cumplir, en todas las circunstancias, su misión específica en un mundo en constante evolución.

Conceptualmente, el ACNUR es hoy el mismo organismo que el que se fundó en 1951, o sea, el promotor del principio universal del asilo, tal y como lo ha definido la comunidad internacional. La protección de los refugiados sigue siendo, pues, la piedra angular de ese edificio humanitario, y en ella se funda el cometido que la comunidad de las naciones me ha asignado.

En DIH, el refugiado no es objeto de una protección especial, excepto en algunas disposiciones que examinaremos más adelante. No hay tampoco una definición específica del refugiado como persona protegida por el DIH. El refugiado es, ante todo, una persona civil protegida, como tal, por el DIH, según la normativa estipulada en el DIH para la protección de las personas civiles. El IV Convenio de Ginebra se limita, en efecto, a establecer el criterio de la ausencia de protección por parte de algún Gobierno. El término «refugiado» se emplea, pues, en sentido lato. En derecho internacional público, se definen dos categorías de refugiados, a las que conviene agregar una tercera, generalmente asimilada a ellas. Esas tres categorías son:

Se trata de refugiados en el sentido de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados del 28 de julio de 1951, de su Protocolo del 31 de enero de 1967 y del Estatuto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

En el presente artículo se examina el cometido de protección y de asistencia en favor de los refugiados en caso de conflicto armado y de disturbios interiores. Es un modesto intento de elucidar el enmarañado conjunto de cometidos y mandatos de las instituciones humanitarias, en particular del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (en adelante el Movimiento) y de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). La finalidad es reevaluar la evolución del cometido respectivo y su extensión. Por un lado, es necesario definir principios concretos, basados en las prácticas pasadas y presentes, por lo que atañe a la acción humanitaria y, por el otro, se debe dejar un suficiente margen de flexibilidad y de pragmatismo con respecto a las situaciones que no pueden preverse de manera completa.

Al final del artículo se demuestra la interdependencia y la complementariedad de las organizaciones humanitarias que han de prestar protección y asistencia donde ningún organismo pueda actuar.

Desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días, se registra una profunda evolución en el derecho international, que se humaniza. Los principales internacionalistas entendieron claramente que este derecho no podía seguir desentendiéndose de la suerte de los seres humanos ni dejar exclusivamente a cargo de los Estados y de las legislaciones internas la tarea de proteger los derechos humanos fundamentales, tanto en tiempo de paz como de conflicto armado.

Durante el peíodo comprendido entre las dos guerras, esta nueva orientación se vio justificada y fuertemente acentuada como consecuencia de las brutales violaciones de todos los derechos humanos cometidas por los Estados totalitarios. La impotencia del derecho internacional quedó en evidencia; se alzaron entonces voces, acompañadas de iniciativas concretas, exigiendo que el derecho internacional se hiciera cargo de la protección de los derechos humanos. La Segunda Guerra Mundial y el período siguiente confirmaron que era indispensable, para la supervivencia misma de la humanidad, adoptar y poner en práctica medidas concretas tendentes a introducir en el derecho internacional un mecanismo eficaz que garantice el respeto y el ejercicio de los derechos humanos fundamentales en el piano nacional.

Ya está presente en la opinión pública internacional el 125.° Aniversario de la Cruz Roja Internacional, acontecimiento importante en la evolución del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

En general, cuando celebramos un aniversario miramos hacia atrás en la historia para comprender y evaluar mejor el presente y prever el futuro. En este caso, es de suma importancia, ya que el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja es una de las manifestaciones más significativas del humanismo y del reconocimiento de la sociedad y de la dignidad humana en tanto que valor supremo en este mundo, y del deseo de evitar los sufrimientos humanos o de aliviarlos, así como de preservar la vida y la salud del hombre.

La historia del Movimiento está íntimamente relacionada con la lucha de los pueblos contra la violencia, la arbitrariedad y los males de la guerra. Este movimiento nació en el campo de batalla como expresión de la compasión y de los sentimientos caritativos por las víctimas de la guerra.

Dado el inminente cese del señor Jacques Moreillon, director general, la Asamblea del Comité International de la Cruz Roja, órgano supremo de la Institución, decideó en su reunión del 30 de junio de 1988, que habrá nueva estructura de la Dirección del CICR y procedió a los correspondientes nombramientos.

La Dirección, hasta ahora integrada por un director general y un director de Actividades Operacionales, estará integrada, a partir del 1 de septiembre de 1988, por seis miembros encargados de uno de los siguientes departamentos:

Departamento de Actividades Operacionales: señor André Pasquier

Departamento de Apoyo Operational: señor Michel Convers

Departamento de Doctrina, Derecho y Relaciones con el Movimiento: señor Yves Sandoz

Departamento de Finanzas y Administración: señor Jacques Hertzschuch

Departamento de Recursos Humanos: señor Philippe Dind

Departamento de Comunicación: señor Alain Modoux.

El presidente del Gobierno español, señor Felipe González, acompañado por el señor Javier Solana, ministro de Cultura y portavoz del Gobierno, visitó, el 7 de junio de 1988, la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja, donde fue recibido por el señor Cornelio Sommaruga, presidente de la Institución, y por varios miembros del Comité; asistieron el secretario general de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, señor Pär Stenbäck, y el presidente de la Cruz Roja Española, señor Leocadio Marín.

En su alocución de bienvenida, el presidente del CICR agradeció al señor González el apoyo que España presta al CICR. El presidente del Gobierno español informó al presidente del CICR que la propuesta de ratificación de los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra fue presentada ante el Parlamento español. El señor González espera que España podrá ratificar, en breve, estos dos instrumentos humanitarios.

El pasado 14 de julio de 1988, el CICR recibió con profunda tristeza la noticia del fallecimiento, tras una larga enfermedad, del señor Victor H. Umbricht, miembro honorario y ex vicepresidente del CICR.

El señor Umbricht, elegido miembro del CICR en 1970, fue miembro y vicepresidente del Consejo Ejecutivo desde 1973 y, más tarde, vicepresidente del CICR hasta 1985, así como miembro honorario del mismo a partir de 1986. Durante casi veinte años, marcó, con su personalidad y sus realizaciones, los profundos cambios de la Institución.

Nacido en Endingen (Suiza), el año 1915, el señor Umbricht era doctor en derecho internacional por la Universidad de Berna. Tras prestar servicio, de 1941 a 1953, en el cuerpo diplomático suizo, ingressó en el Banco Mundial (Washington) como director adjunto de las operaciones para Europa, África, Asia y Australasia. En 1957, fue nombrado director general de la Administración Federal de Finanzas, en Berna. De 1960 a 1961, fue asesor financiero y presidente del Consejo Monetario de Kinshasa (ex Congo belga) y, de 1965 a 1985, miembro del Consejo de Administración de las sociedades CIBA y CIBA-GEIGY de Basilea.

El profesor Daniel Frei, miembro del Comité Internacional de la Cruz Roja desde el 1 de marzo de 1986, falleció repentinamente el 1 de agosto de 1988.

Nacido el 24 de octubre de 1940 en San Gall, Daniel Frei era doctor en Historia por la Universidad de Zurich a los 24 años. Prosiguió sus estudios en la «London School of Economics and Political Science», y después en la Universidad de Michigan y, en 1967, se diplomó en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internationales de Ginebra.

En 1968, fue nombrado profesor asociado y, en 1971, profesor ordinario de Ciencias Políticas en la Universidad de Zurich, donde también dirigió el Instituto Suizo de Investigaciones Internationales.

Daniel Frei es autor de numerosas publicaciones sobre las relaciones este-oeste, el desarme, la neutralidad y la cooperación internacional. Era miembro del Club de Roma y asesor del UNITAR (Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional y la Investigación) y del UNIDIR (Instituto de las Naciones Unidas de Investigación sobre el Desarme).

Al verse obligado a suspender las operaciones de protección y de asistencia en favor de las víctimas de la sequía y de los conflictos en Eritrea y Tigré, así como en Gondar y en Wollo, el CICR, pensando únicamente en el interés de las víctimas, propuso a comienzos de junio a los Gobiernos donantes transferir a otros organismos las reservas de víveres y los medios logísticos de que disponía en Etiopía. En efecto, las autoridades etíopes confirmaron la decisión que ya habían comunicado al CICR en abril y mayo de que éste retirara a todo el personal extranjero que trabajaba en la acción de asistencia. No obstante, el CICR mantendrá una representación en Etiopía en el marco de sus actividades en favor de los prisioneros de guerra somalíes, labor que tiene encomendada en virtud de los Convenios de Ginebra y que no ha impugnado el Gobierno etíope.

Tras el acuerdo somalo-etíope del 3 de abril, el CICR ha ofrecido sus servicios a los dos Gobiernos para participar, como intermediario neutral, en la repatriación de los prisioneros de guerra y de otras personas capturadas.

La Revista Internacional publica a continuación el texto de un mensaje que el presidente del CICR, el presidente de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y el presidente de la Comisión Permanente de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja dirigieron, el mes de junio pasado, a la Tercera Reunión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el Desarme, que tuvo lugar en Nueva York, del 31 de mayo al 25 de junio de 1988. En ese mensaje, el Movimiento desea destacar específicamente los terribles daños que causan las armas actuates de efectos particularmente crueles, sobre todo, las minas antipersonales, utilizadas a menudo sin discriminación y que matan o mutilan a muchos inocentes, las balas que causan lesiones particularmente terribles y las armas químicas.

El Movimiento exhorta a los Estados a que respeten las normas que prohíben o limitan el empleo de dichas armas, que velen por que esas normas se cumplan estrictamente y que examinen favorablemente la elaboración de normas complementarias.

Con motivo del 125.° Aniversario del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, la Sociedad Henry Dunant organiza en Ginebra, en estrecha colaboración con las instituciones locales e internacionales de la Cruz Roja, un coloquio científico sobre los Precursores de la Cruz Roja.

La finalidad del coloquio, que tendrá lugar del 26 al 28 de octubre en el Palais de l'Athénée, será responder a las preguntas siguientes: ¿, Hay una sensibilidad humanitaria anterior a la Cruz Roja? ¿Quiénes eran esas mujeres, esos hombres, esas instituciones que, en la segunda mi tad del siglo XIX, manifestaban las mismas preocupaciones que el Comité de los Cinco, fundador de la Cruz Roja?

Las conferencias y los debates de ese coloquio abierto a todos deberían permitir descubrir y llegar a conocer mejor a esos filántropos poco conocidos o ignorados, propiciar los intercambios entre historiadores que representan a diversas escuelas de pensamiento e inducir al público en general a participar en los debates.