El 13 de octubre de 1995, la Conferencia de Examen de la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales aprobó, en su primera fase en Viena, un nuevo Protocolo IV titulado «Protocolo sobre armas láser cegadoras». La Convención de 1980 contiene una Convención marco (en la que figuran disposiciones técnicas como aplicabilidad, entrada en vigor y enmiendas) y varios Protocolos anexos que versan sobre las normas esenciales relativas a ciertas armas. Aunque se debatió el empleo de muchas armas durante las etapas preparatorias de esta Convención, en 1980 sólo se aprobaron tres Protocolos. Sin embargo, la estructura elegida permite insertar nuevos Protocolos, a fin de incluir armas futuras cuyo uso sea necesario prohibir o reglamentar de otro modo.

El Comité Intemacional de la Cruz Roja (CICR) participó muy activamente en el desarrollo del nuevo Protocolo IV.

Remontándonos en la historia de la humanidad, comprobamos que el ideal que siempre se ha buscado es establecer relaciones pacíficas entre pueblos y naciones; sin embargo, la historia está llena de guerras y matanzas. Los registros documentales, la tradición oral y el testimonio silencioso de los emplazamientos arqueológicos revelan una palmaria historia de crueldad y violencia de los seres humanos con sus semejantes. No obstante, las manifestaciones de compasión, misericordia y ayuda mutua no son menos antiguas. La paz y la guerra, las relaciones de buena vecindad y la agresión, la brutalidad y las actitudes humanitarias también coexisten en el mundo contemporáneo.

La labor primordial en los tiempos modernos consiste en romper ese círculo vicioso y poner término a la guerra y a la violencia, un objetivo que resulta vital, pues se relaciona estrechamente con la necesidad de evitar el desastre ecológico que amenaza a todo el planeta y a sus habitantes.

Nacido como movimiento a finales del siglo XIX, el Esperantismo ha defendido la adopción como idioma intemacional de la lengua auxiliar creada por el polaco Lazaro Zamenhof en 1887. Así, lo que en un primer momento constituyó el sueño de un joven angustiado por la violencia que se desarrollaba en su ciudad natal, Bialystok, donde existían, no sin problemas, cuatro culturas, cuatro religiones y también cuatro lenguas, el esperanto se iba a convertir, con el paso de los años, en el más serio proyecto de lengua intemacional surgido hasta nuestros días.

Pero lo que nació como una idea de carácter puramente lingüístico pronto se convirtió, gracias a la idea humanitaria inherente a este proyecto universal, en un movimiento intemacionalista, supranacional, preocupado por la condición humana y defensor de las libertades y de los derechos sociales del hombre y de los pueblos. El Esperantismo es fruto de la época en la que nació, la segunda mitad del siglo XIX, que también vio nacer a las primeras organizaciones internacionales, como la OIT, defensora de los derechos del trabajador; la UPU, reguladora de los correos nacionales y la propia Cruz Roja, con la que el movimiento esperantista tuvo relación desde sus inicios; no en vano compartieron en multitud de ocasiones idénticos fines, como el entendimiento humano o la colaboración internacional.

El 4 de junio de 1996, cuando regresaban a Bujumbura (Burundi), dos vehículos del Comité Intemacional de la Cruz Roja fueron bianco de disparos cerca de la aldea de Mugina, en el norte de la provincia de Cibitoke. Durante el ataque resultaron muertos tres delegados del CICR: Cédric Martin, Reto Neuenschwander y Juan Pastor Ruffino.

En esta región particularmente afectada por el conflicto, el CICR ha prestado asistencia a miles de personas civiles, suministrándoles agua, medicamentos y artículos de primera necesidad. Como consecuencia de la dramática desaparición de sus delegados, el CICR redujo, en una primera fase, sus actividades en el terreno, con la esperanza de que más tarde podría continuar su labor humanitaria en favor de la población civil burundesa. Pero, el 11 de junio, tras recibir amenazas explícitas contra la vida de sus delegados, el CICR decidió retirar de Burundi a todo su personal expatriado.

La Revista publica las reflexiones del señhor Roethlisberger, a las que su autor ha conferido un carácter personal.

En consonancia con el tema de este Congreso, orientado hacia el porvenir, quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones personales acerca de una problemática que yo formularía así: «¿Tiene el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja que reconsiderar su etica ante los desafios de hoy y del futuro?»

No pretendo hacer una exposición filósofica. La Cruz Roja —hoy la Cruz Roja y la Media Luna Roja— sólo existe en virtud de la acción que materializa su ideario. Me propongo, pues, mantenerme en un plano esencialmente operational.

Para comenzar, recordemos brevemente algunos de los retos que deben afrontar las instituciones humanitarias, en general, y nuestro Movimiento en particular.

La Cruz Roja nació en un campo de batalla, nació de la guerra misma. Por supuesto, no para apoyarla ni para justificarla, sino para atenuar sus efectos y aliviar los sufrimientos que provoca. Más tarde, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, superando esta primera experiencia, habría igualmente de desarrollar múltiples actividades útiles e importantes en tiempo de paz. Sin embargo, el Movimiento siempre tuvo presente su primera vocación y son muchas las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja que siguen aportando su ayuda a las víctimas de conflictos armados. Por su parte, el Comité Internacional de la Cruz Roja, fundador de este Movimiento actualmente universal, también desarrolló considerablemente sus actividades, aunque dando prioridad a su cometido original y esforzándose en «hacer siempre lo posible, como institución neutral cuya actividad humanitaria se despliega especialmente en casos de conflicto armado —internacionales o de otra índole— o de disturbios internos, por lograr la protección y la asistencia a las víctimas militares y civiles de dichos acontecimientos y de sus consecuencias directas.»

La cuestión de la aplicación es el mayor reto hoy para el derecho internacional humanitario. A pesar de que todas las ramas del derecho internacional tropiezan con el problema de llevar a la acción las obligaciones jurídicas de los Estados, hay un gran contraste entre las muy desarrolladas normas del derecho humanitario, muchas de las cuales tienen una aceptacion casi universal, y las repetidas violaciones de esas normas en los conflictos que tienen lugar en el mundo.

A pesar de los diversos mecanismos establecidos para promover el respeto del derecho humanitario, incumbe principalmente a los Estados la responsabilidad de aplicar sus normas. De conformidad con los Convenios de Ginebra de 1949 y de sus Protocolos adicionales de 1977, los Estados tienen la clara obligación de hacer que se respete y se aplique el derecho humanitario, asi como de aprobar con esta fmalidad un conjunto de medidas legislativas y administrativas a nivel nacional.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), en cooperación con el Ministerio de Justicia de Namibia, organizó un taller sobre la aplicación del derecho internacional humanitario (DIH), que tuvo lugar, del 21 al 23 de febrero de 1996, en Namibia y en el que participaron dirigentes políticos de varios Ministerios, miembros del Comité Interministerial para los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, oficiales superiores de las fuerzas de defensa y universitarios. El ministro de Justicia, señor N. Tjiriange, asistió los dos primeros días del taller. Las finalidades del taller eran, principalmente, poner de relieve los ámbitos del DIH en que hay que tomar medidas a nivel nacional, hacer una lista de las medidas ya tomadas y evaluarlas, identificar las labores que se llevan a cabo y proponer nuevas medidas y prioridades, así como nuevos métodos de trabajo.

Al término del taller, se trazó un plan general de acción para el futuro, en cuya parte final figuran conclusiones y recomendaciones, de las cuales, señalaremos, a continuación, las más importantes.

El domingo 21 de abril, dos delegados del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) llegaron a Monrovia, procedentes de Freetown, en un helicóptero cargado con socorros. Este equipo, que pernoctó fuera del centro de la ciudad, tiene por principal tarea respaldar los esfuerzos que despliegan los voluntarios de la Cruz Roja de Liberia y evaluar las necesidades humanitarias más urgentes.

En las circunstancias actuales, no se ha previsto la instalación permanente de delegados en Monrovia. Con la colaboración de los empleados liberianos del CICR y sirviéndose de los vehículos que ha podido recuperar, la Cruz Roja tratará de evacuar los heridos a los hospitales de la ciudad y de recoger las decenas de cadáveres que yacen en las calles, lo que entraña un grave riesgo sanitario. Esta misión se efectúa ocho días después del saqueo de los locales de la delegación del CICR en el barrio de Mamba Point, el 12 de abril, incidente que determinó el retiro provisional de los delegados.

Desde el 6 de abril de 1996, el conflicto de Liberia ha experimentado nuevamente un vuelco dramático, por lo que cabe temer las peores dificultades para la supervivencia de la población civil. Una vez más, el CICR deplora y condena las graves y sistemáticas violaciones de las normas fundamentales del derecho internacional humanitario y de los principios mínimos de humanidad, perpetradas desde que comenzó el conflicto, en diciembre de 1989.

Desde hace seis años y medio, las personas civiles, los heridos, los contendientes fuera de combate y los prisioneros son frecuentemente víctimas de matanzas, torturas, mutilaciones, toma de rehenes, trabajos forzados, pillaje, destrucción de bienes y desplazamientos forzosos. Se enrola a niños en grupos armados e incluso no se respeta la paz de los muertos.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) está sumamente preocupado por la violencia de los bombardeos que nan afectado estos últimos días el sur de Líbano y el norte de Israel. En el sur de Líbano, los ataques aéreos nan obligado a la mayoría de la población civil libanesa a huir de las ciudades y aldeas. La población civil del norte de Israel también ha sido atacada con cohetes.

Según cálculos del CICR, hasta la fecha unas 400.000 personas nan tenido que abandonar sus hogares en el sur del Líbano, mientras que 10.000 personas nan debido hacer lo mismo en el norte de Israel.

Para atender las necesidades más urgentes, el CICR ha establecido un dispositivo de urgencia en toda la región afectada, a fin de intervenir ante todo en favor de las personas civiles que han permanecido en sus domicilios.

Quiero hablar de la eficacia que, en los períodos más dificiles como el actual, consolida, fortifica y embellece la acción de la Cruz Roja de Vietnam. Sea para proteger la vida humana y aliviar los sufrimientos sea para luchar contra el hambre y la enfermedad sea para promover la indulgencia y la solidaridad, encontramos siempre esa actitud, que se basa no solo en la justificación moral y la urgencia de una acción humanitaria, sino también en su oportunidad y su necesidad, lo que redunda en beneficio de todos.

Como todo el mundo sabe, Vietnam sufre, cada año, funestas devastaciones causadas por unos diez tifones procedentes del océano Pacífico, que asolan casi todas las provincias litorales de norte a sur. Además, el delta del Mekong, granero del país, resulta sin cesar afectado por desastrosas inundaciones que causan grandes perjuicios a la población. Las pérdidas, que se calculan en decenas de millones de dólares por lo que atañe a este tipo de calamidades, son las mismas cada año y son dificiles de compensar.

¿Qué papel piensan las mujeres que pueden desempeñar en la preventión y la solución de los conflictos? Este fue el tema de un seminario celebrado a fines de marzo de 1996, en Bamako, que congregó a una veintena de mujeres afiliadas al Movimiento National Femenino de Salvaguardia de la Paz y la Unidad National y a representantes del CICR.

En Mali, es cada vez mayor el número de mujeres que quieren integrarse de forma más completa en la vida cívica del país. El movimiento citado se creó precisamente para estimular la motivación y la participación de las mujeres en la solución de los problemas de la población tuareg del norte del país. En efecto, las mujeres pueden desempeñar una función importante en el mantenimiento de la cohesión social entre los diversos grupos étnicos y por lo que atañe al respeto de la diversidad cultural. Las integrantes del movimiento femenino dijeron que quieren conocer mejor el derecho internacional humanitario (DIH).

Después de dos años de intrincadas negociaciones y no obstante el apoyo prestado a la prohibición total de las minas antipersonal por cerca de la mitad de los 51 Estados participants en la reunión final de la Conferencia de Examen de la Convención de 1980 de las Naciones Unidas sobre Ciertas Armas Convencionales, celebrada en Ginebra del 22 de abril al 3 de mayo de 1996, sólo se aprobaron finalmente restricciones mínimas del uso de las minas terrestres antipersonal. Nueve años después de la entrada en vigor del Protocolo II, hoy enmendado, las minas antipersonal tendrán que ser detectables y las esparcidas fuera de campos minados señalados, mediante aeronaves, piezas de artillería u otros medios, tendrán que autodestruirse en el plazo de treinta días. Sin embargo, se podrán seguir fabricando, exportando y usando, incluso de manera indiscriminada, minas de larga duración. Desgraciadamente, y aunque haya sido aprobada por consenso, es poco probable que esta modesta respuesta jurídica a tan importante problema humanitario reduzca sustancialmente el aterrador número de víctimas de las minas.

1. El presente Protocolo se refiere al empleo en tierra de las minas, armas trampa y otros artefactos, que en él se definen, incluidas las minas sembradas para impedir el acceso a playas, el cruce de vías acuáticas o el cruce de ríos, pero no se aplica al empleo de minas antibuques en el mar o en vías acuáticas interiores.

2. El presente Protocolo se aplicará, además de a las situaciones a que se refiere el artículo 1 de la Convención, a las situaciones a que se refiere el artículo 3 común a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949. El presente Protocolo no se aplicará a las situaciones de tensiones internas y de disturbios interiores, tales como los motines, los actos esporádicos de violencia y otros actos análogos que no son conflictos armados.

3. En el caso de conflictos que no sean de carácter internacional que tengan lugar en el territorio de una de las Altas Partes Contratantes, cada parte en el conflicto estará obligada a aplicar las prohibiciones y restricciones del presente Protocolo.

Toda guerra origina su cúmulo de desaparecidos, militares o civiles. Por cada persona desaparecida, una familia sin noticias, vive desesperada y atenazada por la angustia. Hay que dar respuestas; pues, la verdad, por muy dolorosa que sea, siempre es preferible al tormento que causan la incertidumbre y las falsas esperanzas. La población civil de Bosnia y Herzegovina es la principal víctima de un conflicto en el que los beligerantes se esfuerzan por expulsar a las minorías y transformar los territorios en lugares étnicamente homogéneos. Todavía hoy, hay miles de personas desaparecidas en combate, en las cárceles, ejecutadas sumariamente o masacradas, cuyos familiares esperan noticias.

El derecho internacional humanitario incluye varias disposiciones que garantizan el derecho de las familias a conocer el paradero de sus allegados y se enumeran las obligaciones que las partes en conflicto tienen, de proporcionar todos los medios de que dispongan a fin de facilitar las respuestas a dichas familias. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) se basa, sobre todo, en estos dos grandes principios para poner en marcha los mecanismos que permitan aliviar la aflicción causada por la incertidumbre en la que, una vez las armas acalladas, las familias se sumergen.

El Commonwealth de Dominica se adhirió, sin hacer ninguna declaración ni reserva, el 25 de abril de 1996, a los Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, relativos a la proteccion de las víctimas de los conflictos armados internacionales (Protocolo I) y no intemacionales (Protocolo II), aprobados en Ginebra el 8 de junio de 1977.

De conformidad con sus disposiciones, los Protocolos entrarén en vigor, para el Commonwealth de Dominica, el 25 de octubre de 1996.

Con esta adhesión asciende a 144 el número de Estados Partes en el Protocolo I y a 136 el de Estados Partes en el Protocolo II.

La República de Colombia, mediante su declaración del 17 de abril de 1996, reconoce la competencia de la Comisión Internacional de Encuesta, de conformidad con el artículo 90, párrafo 2, apartado a) del Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, relativo a la protección de las victimas de los conflictos armados internacionales (Protocolo I). Mediante esa declaración, la República de Colombia declara que reconoce ipso facto y sin acuerdo especial, conrelación a cualquier otra Alta Parte Contratante que acepte la misma obligación, la competencia de la Comisión Internacional de Encuesta para proceder a una investigación de las denuncias formuladas por otra Parte.

La República de Colombia es el cuadragésimo octavo Estado que reconoce la competencia de la Comisión Intemacional de Encuesta.