Durante mucho tiempo, así como, por lo demás, en otras instituciones internacionales, se ha considerado en el CICR, que la tarea de un servicio de información es difundir, en un solo sentido, información sobre las actividades en curso y sobre los objectivos generales de la Institución. Poco importaban, entonces, las necesidades reales del público destinatario y sólo se tenían en cuenta los intereses a corto plazo de la Institución. Ese proceso lineal de la comunicación obligaba al público a recibir pasivamente ese flujo de informaciones, sin poder dar a conocer sus reacciones. No había, pues, retroinformación.

Desde hace algunos años, la Institución ha comprendido que es necesario reemplazar ese proceso lineal por un proceso circular en el que los intercambios sustituyan a la comunicación en un solo sentido. Esa evolución se debe a la necesidad que tiene el CICR, al igual que otras instituciones, de adaptarse a su entorno, que ha continuado extendiéndose geográficamente y transformándose por lo que respecta a los aspectos político, económico y social.

El Informe Tansley no dedica un capítulo especial a la cuestión de la difusión. Las observaciones que hace al respecto están dispersas en los diferentes capítulos del Informe. Por lo tanto, el CICR y la Liga consideran útil agruparlas, para mayor claridad, e incluso sintetizarlas, para poder inferir las ideas generales.

Las consideraciones que figuran en el Informe Tansley pueden reagruparse en dos capítulos.

1. Consideraciones generales

En el Informe Tansley hay dos consideraciones generales importantes por lo que respecta a la difusión del derecho humanitario y de los principios de la Cruz Roja: el desconocimiento de esta materia en el movimiento y la dificultad para difundirla.

En el pasado, se justificaba la discreción con objeto de hacer todo lo posible en favor de las víctimas. Si bien es mucho lo que la Cruz Roja ha logrado gracias a esa discreción, el movimiento debe reconocer el peligro de que la discreción resulte una cosa cómoda tanto para la autoridad que gobierna como para la Cruz Roja. En tal caso, cabe que se siga ejerciendo no porque sea necesaria, sino simplemente por comodidad.

Si bien generalmente muchos estiman que cierto tipo de discreción contribuye al éxito de la Cruz Rojay es, por tanto, uno de los «principios» tácitos del movimiento en materia de protección, tal vez convenga recordar que la prueba básica de la aceptabilidad de la Cruz Roja es que actúe dentro de los limites de las expectativas. Si existe la expectativa general de que la Cruz Roja utilice cierto tipo de publicidad, ésta será entonces aceptable aun en el caso de que una parte determinada se oponga (pág. 78).

1. Punto de vista del Informe Tansley

El Informe Tansley hace las observaciones siguientes en el capítulo titulado El concepto de Cruz Roja Internacional:

Los miembros de la Cruz Roja tienen una actitud ambigua a la hora de definir y aplicar el término de «Cruz Roja Internacional». Algunas veces, se despliegan grandes esfuerzos por recalcar la idea de una sola Cruz Roja; de una Cruz Roja que actúa como una unidad; de actuar en nombre de la Cruz Roja Internacional. En otras ocasiones, se toman igual trabajo por distinguir entre, por ejemplo, la Liga y el CICR o entre el CICR y cada una de las Sociedades nacionales, y por acentuar las diferencias de estructura y de finalidad de los distintos órganos de la Cruz Roja. El que se aplique uno u otro criterio en un momento determinado, depende de cuál de ellos cumple mejor el objetivo inmediato del órgano de la Cruz Roja de que se trate (…)

El 7 de diciembre de 1978, entrarán en vigor los dos Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949, relativos, uno a la protección debida a las víctimas de los conflictos armados internacionales, otro a la protección debida a las víctimas de los conflictos armados no internacionales.

Esos dos Protocolos fueron elaborados por la Conferencia Diplomática sobre la reafirmación y el desarrollo del derecho internacional humanitario aplicable en los conflictos armados, convocada en Ginebra por el Gobierno de Suiza, Estado depositario de los Convenios de Ginebra. El 10 de junio de 1977, los plenipotenciarios de más de cien Estados y de varios movimientos de liberación firmaron el Acta Final de la Conferencia, tras cuatro períodos de sesiones anuales, precedidos, a su vez, por un trabajo preparatorio de varios años. Desde entonces, el Comité Internacional de la Cruz Roja, artífice de ese trabajo preparatorio, vio, con satisfacción, que los representantes de 46 Estados firmaron los Protocolos en un acto celebrado en Berna el 12 de diciembre de 1977.

Tenemos el honor de comunicarles que la Cruz Roja de Papua Nueva Guinea, que fue reconocida el 15 de septiembre de 1977 por el Comité Internacional de la Cruz Roja, a reserva del envío, por esa Sociedad, de una declaración de adhesión a los estatutos de la Cruz Roja Internacional, acaba de remitirnos ese documento, completando así el procedimiento dimanante de la Resolución XI de la XVII Conferencia Internacional de la Cruz Roja. Con este reconocimiento, asciende a 125 el número de Sociedades miembros de la Cruz Roja Internacional.

La nueva Sociedad nacional, fundada en 1939 como sección de la Cruz Roja Australiana, fue reconocida por Acta del Parlamento del 23 de marzo de 1976. Solicitó, el 1 de agosto de 1977, su reconocimiento por el Comité Internacional. En apoyo de su solicitud, comunicó un informe sobre sus actividades, el texto de sus estatutos y una copia del «Papua New Guinea Red Cross Society Incorporation Act, 1976».

El Comité Internacional de la Cruz Roja es uno de los galardonados con el Premio 1978 de Derechos Humanos. Hizo entrega de la distinción, el 11 de diciembre, ante la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, al señor Alexandre Hay, presidente del CICR, el señor Kurt Waldheim, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, en el acto conmemorativo del trigésimo aniversario de la Declaración de los Derechos Humanos. Se premia, así, al CICR por sus actividades en favor del respeto de tales derechos.

En su discurso de agradecimiento, el presidente del CICR destacó que el honor hecho a la Institución lo comparten todas las Sociedades nacionales de la Cruz Roja y su federación, la Liga.

El señor Jean Pictet, vicepresidente del CICR y director del Instituto Henry-Dunant, ha sido galardonado con el Premio Torstein Dale, instituido por la Cruz Roja Noruega, en 1975, para honrar la memoria de su ex presidente y laurear a personas beneméritas de la obra humanitaria y de las ideas básicas de la Cruz Roja. El presidente de la Cruz Roja Noruega, señor Hans Hoegh, hizo entrega del Premio —una paloma de bronce— al galardonado, en un acto que tuvo lugar, el mes de mayo pasado, en Oslo.

Honra mucho al CICR ese enaltecimiento de uno de sus miembros.

El 9 de noviembre pasado, falleció en Ginebra el doctor Roland Marti, ex médico jefe del CICR.

Comenzó a prestar servicios en la Institución el año 1936; vivió para ayudar a la humanidad dolorida. Tras la guerra de España, en la que se prodigó cuando las condiciones eran dificilísimas, se trasladó a Alemania para dirigir la delegación del CICR en Berlin. Nombrado jefe de la División Médica en 1946, después jefe de la División de Socorros, participó de manera iraportante en todas las grandes acciones que el CICR emprendió tras la Segunda Guerra Mundial, especialmente en Oriente Medio y en Asia.

Prestó, después, casi 20 años de servicios al UNICEF, antes de volver, en 1970, al CICR, que lo nombró médico asesor y, a continuación, médico jefe. Pero el hombre modesto y afable que él era nunca dejó de interesarse muy directamente por las víctimas de la guerra. Hasta que se jubiló, quiso ser delegado sobre el terreno.

El Comité Internacional de la Cruz Roja hizo, el 7 de noviembre, un llamamiento para colectar 15 millones de francos suizos destinados a financiar, durante los próximos seis meses, las necesidades humanitarias urgentes surgidas de los conflictos que actualmente hacen estragos en África.

La constante deterioración de la situación en los países, directa o ndirectamente afectados por las operaciones militares, requiere una más amplia acción de protección y de asistencia en favor de cientos de miles de víctimas: personas desplazadas, refugiados, heridos, enfermos, prisioneros de guerra y detenidos políticos. Sesenta y cinco delegados, secundados por unos cien colaboradores africanos, prestan, actualmente, servicios en una docena de países.