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El proyecto suizo de Protocolo sobre Sistemas de Armas de Poco Calibre — Actualización de la proscripción (1899) de las balas dum-dum*

Published online by Cambridge University Press:  23 March 2011

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En agosto de 1994, en el tercer período de sesiones del grupo de expertos gubernamentales para preparar la Conferencia de 1995 de Examen de la Convención de las Naciones Unidas de 1980 sobre Prohibiciones o Restricciones del Empleo de Ciertas Armas Convencionales que Pueden Considerarse Excesivamente Nocivas o de Efectos Indiscriminados, Suiza presento una propuesta de agregar un nuevo Protocolo a la Convencion. Segun el proyectó suizo de Protocolo sobre Sistemas de Armas de Poco Calibre, se prohibiría el empleo de armas y municiones de poco calibre que, a distancias iguales o superiores a 25 metros, transfirieran a los tejidos humanos más de 20 julios de energía por centimetro, a lo largo de los 15 primeros centímetros de su paso por el cuerpo.

Type
Conferencia de Examen de la Convención de las Naciones Unidas de 1980 Sobre Prohibiciones O Restricciones del Empleo de Ciertas Armas Convencionales
Copyright
Copyright © International Committee of the Red Cross 1995

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References

Notas del traductor

1 Este artículo fue publicado asimismo en Papers in the Theory and Practice of Human Rights, de la Universidad de Essex.

2 La transferencia rápida de energía tiene como resultado la formación violenta de una «cavidad temporal» en los tejidos elásticos, por ejemplo los de los músculos. La cavidad temporal se expande y se contrae muy rápidamente varias veces, antes de articularse alrededor de la «cavidad permanente», o herida de la trayectoria interna de la bala, que queda como un registro del paso del proyectil. Según las conclusiones de un amplio proyecto de invéstigaciones en balística de la herida, llevado a cabo en la Universidad de Princeton durante la Segunda Guerra Mundial, «estudiando y midiendo un gran número de cavidades temporales, se observa que el volumen total de la cavidad es proporcional a la energía que despide el proyectil»**. Como demuestra el estudio de Princeton, el estiramiento y el desplazamiento de tejidos durante la formación y la contracción de la cavidad temporal pueden causar daños graves en el interior de una extensa zona alrededor de la trayectoria del proyectil. Hay tejidos que se desgarran y quedan reducidos a pulpa, vasos capilares que se rompen, nervios que pueden perder su capacidad de conducir impulsos, vísceras que pueden estropearse, cavidades llenas de gas en los intestinos que pueden romperse y huesos no golpeados directamente que pueden quebrarse (Harvey, E. Newton, McMillen, Howard, Butler, Elmer G. y Pucket, William O., «Mechanisms of Wounding», pp. 144,175,197–8, 201–11, en Beyer, James C., ed., Wound Ballistics, US Department of the Army, Washington, 1962, pp. 143235 ).Google Scholar De este razonamiento se desprende que, mientras más grande sea la cavidad temporal, mayores serán la amplitud del daño y el riesgo de afectar a un órgano vital no localizado directamente en la trayectoria del proyectil.

Ya hace tiempo que se reconoce que la transferencia de energía (denominada asimismo depósito de energía) es un elemento fundamental en los daños ocasionados por proyectiles. Por ejemplo, en el examen llevado a cabo, el año 1969, en un laboratorio del ejército de los EE.UU., sobre la capacidad para herir de las municiones del fusil M16, fue el factor principal utilizado. En dicho examen se anotaba, sin que esto haya sido desmentido, que: «Investigadores anteriores han confirmado la Iógica inherente a la hipótesis segón la cual, el nivel de incapacidad que un proyectil causaría a un soldado es proporcional a la cantidad de energía que dicho proyectil depositaría en un blanco»**. Los anteriores investigadores a los que se hace alusión habían estudiado la capacidad para herir de los fragmentos, las balas de fusil y las flechillas ***. (Sturdivan, Larry M., Bruchey, William J. Jr, y Wyman, David K., «Terminal Behavior of the 5,56 mm M193 Ball Bullet in Soft Targets», informe n° 1447, agosto de 1969, p. 24.)Google Scholar

3 Un ingeniero especializado en armas del ejército de los EE.UU. escribió en 1967: «Se pueden diseñar balas para que se deformen en un medio denso como la came; no obstante, en el Convenio de Ginebra (sic) y en otras normas se prohíbe su empleo. A fin de aplicar dichas normas y seguir manteniendo la forma típica de bala (sin tener en cuenta las configuraciones del tipo dardo), se considera a menudo que el diseño óptimo de balística de la herida es aquel que imparte la máxima energía cinética a la carne mediante un gran arrastre»**. La lógica de esta afirmación es que una bala que produzca exactamente el mismo efecto que una bala dum-dum (máxima transferencia de energía), «se ajustará» a las normas de la guerra, con tal de que la bala misma no se aplaste (Roecker, Eugene P., «The Lethality of a Bullet as a Function of its Geometry», U.S. Army Ballistic Research Laboratories, Informe no 1378., octubre de 1967, p. 13.Google Scholar)

4 Dimond, Francis C. Jr and Rich, Norman M., «M-16 Rifle Wounds in Vietnam», Journal of Trauma, vol. 7, n° 3, 1967, pp. 620624.CrossRefGoogle ScholarPubMed

5 Stockholm International Peace Institute (Instituto Internacional para la Paz y la Investigación de los Conflictos [SIPRI]), Anti-personnel Weapons, Taylor & Francis, Londres, 1978, pp. 98104.Google Scholar

6 Documento CDDH/DT/2, presentado por Egipto, México, Noruega, Suecia, Suiza y Yugoslavia; mñs tarde se unió Sudán, según cita Hans Blix en «Current Efforts to Prohibit the Use of Certain Conventional Weapons», Instant Research on Peace and Violence, Tampere, vol. 4, no 1, 1974, pp. 2130.Google Scholar

7 Una relación detallada sobre el programa de investigación estadounidense de balística de la herida en la Segunda Mundial figura en Harvey et. al, op. cit.

8 Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Armas que pueden causar males superfluos o dañar sin discriminación; Informe sobre los trabajos del grupo de expertos, CICR, Ginebra, 1973, Cuadro III. 1, p.39.Google Scholar

9 Dimond and Rich, op. cit., p. 624.

10 CICR, 1973, op. cit., párrafo 112, p. 43–44. El grupo de expertos fue convocado por el CICR a petición de 19 Estados representados en el segundo período de sesiones de la Conferencia de expertos gubernamentales sobre la reafirmación y el desarrollo del derecho internacional humanitario aplicable en los conflictos armados. Tanto en el primero (1971) como en el segundo período de sesiones de la Conferencia de expertos gubernamentales, Suecia y otros países habían exigido que se elaboraran explícitos proyectos de prohibiciones de categorías específicas de armas convencionales. (Blix, op. cit.)

11 Comité Internacional de la Cruz Roja, Conferencia de expertos gubernamentales sobre el empleo de ciertas armas convencionales, Lucerna, 24. 9–18. 10. 1974; Informe, CICR, Ginebra, 1975, párrafo 129, p. 43.Google Scholar

12 lbid., párrafo 151, p. 50.

13 Ibid., párrafo 154, p. 50.

14 Documento CDDH/IV/201, parte IV, reproducido en Actas de la Conferencia Diplomática sobre la reafirmación y el desarrollo del derecho internacional humanitario aplicable en los conflictos armados; Ginebra (1974–1977, Bema, Departamento Político Federal, 1978, vol. 16. p. 629. El documento CDDH/IV/201 era un documento de trabajo presentado por Argelia, Austria, Egipto, Líbano, Malí, Mauritania, México, Noruega, Sudán, Suecia, Suiza, Venezuela y Yugoslavia; se unieron más tarde Afganistán, Colombia y Kuwait.

15 Documento CDDH/IV/214, reproducido en ibid., p.634.

16 La resolución se reproduce en Yves Sandoz, «Prohibiciones o restricciones de utilizar ciertas armas clásicas», Revista Internacional de la Cruz Roja, n° 43, enero-febrero de 1981, p. 15.

17 Comité Internacional de la Cruz Roja, Conferencia de expertos gubernamentales sobre el empleo de ciertas armas convencionales (segundo período de sesiones, Lugano, 28.1–26.21976); Informe, CICR, Ginebra, 1976, pp. 6877, 130–34.Google Scholar

18 Sellier, Karl G. y Kneubuehl, Beat P., Wound Ballistics and the Scientific Background, Elsevier, Amsterdam, 1994.Google Scholar

19 El ángulo de incidencia de un proyectil (conocido asimismo como ángulo de inclinación) es el ángulo formado en cualquier momento por el eje del proyectil y la tangente de la trayectoria seguida por el eje de gravedad del proyectil.

20 Una bala completamente cubierta de metal que alcance el cuerpo a menos de unos 600 metros por segundo permanece intacta a pesar del volteo; pero, a velocidades de impacto superiores a 600 metros por segundo, se deforma como consecuencia de las tensiones durante el volteo. La bala se aplasta, sobre todo en la base; pequeños fragmentos de plomo son expulsados de la base, formando fragmentos separados, y la bala se aplana. Cuando se aumenta la velocidad de impacto hasta un umbral determinado, la bala se separa en dos partes de aproximadamente el mismo tamaño, que se añaden a los fragmentos procedentes del núcleo. A velocidades de impacto aun mayores, se produce más fragmentación, (Sellier y Kneubuehl, op. cit, pp. 174–177). Los efectos lesivos de la deformación y fragmentación de la bala han sido estudiados por, entre otros, Martin L. Fackler, del Wound Ballistics Laboratory en el Letterman Army Institute of Research del ejército de los EE.UU.; Fackler, Véase, «Physics of Missile lnjuries», en McSwain, N.E. Jr, y Kerstein, M.D., Evaluation and Management of Trauma, Appleton-Century-Crofts, Norwalk, Connecticut, 1987, pp. 2541.Google Scholar

21 A lo largo del siglo pasado, los investigadores de balística de la herida utilizaron los disparos contra medios densos tales como arcilla, agua, jabón o gelatina como para simular lo que sucede cuando un proyectil penetra en el cuerpo. Dado que estos materiales tienen propiedades físicas completamente uniformes y pueden prepararse en baratos lotes uniformes, el experimentador puede permitirse llevar a cabo toda una serie de disparos de prueba, variando factores tales como la forma, el tamaño o la velocidad del proyectil. Materiales como la gelatina y el jabón son buenos modelos artificiales del tejido humano en las pruebas de balística, pues su densidad se acerca a la de los tejidos humanos blandos que, como ellos, están en su mayor parte constituidos por agua.

22 Kent, R.H., «The Theory of the Motion of a Bullet about its Center of Gravity in Dense Media, with Applications to Bullet Design», U.S. Army Ballistic Research Laboratories, informe no X-65, 14 de enero de 1930.Google Scholar

23 Roecker, op. cit.

24 Op. cit., p. 138.

25 La balística interna (el movimiento de un proyectil dentro de un arma), la balística externa (su movimiento en el aire), y la balística terminal (su movimiento al dar en un bianco) son las tres ramas de la ciencia de la balística. La balística de la herida es un subcampo de la balística terminal.

26 El paso de estría del cañón del M16 que estaba anteriormente en una vuelta cada 14 pulgadas (35, 56 cms), ya había sido incrementado para que la bala permaneciese estable al ser disparada en las condiciones del Ártico (Jane' s Infantry Weapons 1975, Jane's Yearbooks, Londres, 1974, p. 327).Google Scholar

27 Veth, C. de, «Development of the New Second NATO Calibre: The ‘5.56’ with the SS 109 Projectile», en Seeman, T., ed., Wound Ballistics; Fourth International Symposium, Ada Chirurgica Scandinavica, Estocolmo, suplemento 508, 1982, pp. 129134.Google Scholar

28 Una flechilla *** es un objeto pequeño, semejante a un clavo con varias aletas en su extremo romo. A comienzos del decenio de 1960, el ejército de los EE.UU. emprendió un programa de desarrollo de un fusil disparador de flechillas, el «arma individual para fines especiales» («Special Purpose Individual Weapon»). En 1966, ingenieros que trabajaban para la «AAI Corporations», una de las empresas participantes en el proyecto, rellenaron formularios de solicitud con objeto de obtener patentes para un «concave-compound finned projectile» (proyectil de punta cóncava y con aletas) y para un «multiple hardness pointed finned projectile» (proyectil puntiagudo de densidad múltiple y con aletas)**, (solicitudes que recibieron las patentes estadounidenses números 3’ 861.314 y 31 851.590 respectivamente). La finalidad de estos dos artilugios era hacer que la punta se deformase al chocar, haciendo que la flechilla voltee. En un lenguaje similar al utilizado en el formulario de solicitud para la primera de las patentes más arriba mencionadas, el inventor de los artilugios escribió lo siguiente en su segunda solicitud de patente: «Fácilmente se verá que con este proyectil se logra aumentar la eficacia en un blanco blando y denso, tal como un animal, debido al volteo y al aumento de la superficie efectiva del proyectil, que en la configuración de volteo se proyecta periféricamente en comparación con la configuración de pequeña incisión que se obtendría si el proyectil entrara en el blanco en forma directamente lineal o lo atravesara»**.

En el Laboratorio de investigación en balística del ejército de los EE.UU. se probó la capacidad de herir de otro diseño, el de una flechilla bimetálica; los dos metales se separarían en el momento del impacto, lo que aumentaría significativamente la superficie que presionaría contra la carne. La deformación de las dos primeras flechillas se acerca mucho al «ensanchamiento» o al «aplastamiento» de las balas dum-dum mencionados en la terminología de la Declaración de La Haya; por su parte, la fragmentación de la flechilla bimetálica sería prohibida en virtud de la Declaración de La Haya si ésta se aplicara a las flechillas (como han señalado Louise Doswald-Beck y Górald Cauderay, «en el texto auténtico francés (de la Declaración), se utilizan los términos ‘balles qui s'epanouissent’, es decir, balas que ‘se abren’, por consiguiente que se fragmentan»; Louise Doswald-Beck y Cauderay, Gérald, «El desarrollo de las nuevas armas antipersonal», Revista Internacional de la Cruz Roja, n° 102, noviembre-diciembre de 1990, pp. 606620Google Scholar, en la p. 610.

29 Véase Sellier y Kneubuehl, op. cit., p. 313

30 El uso del depósito de energía como criterio para evaluar el efecto lesivo es una mejora con respecto al documento de trabajo sueco sobre «Posibles elementos de un protocolo sobre proyectiles de poco calibre», presentado en la CDDH el año 1976 (documento n° CDDH IV 214, más arriba citado). En el trabajo sueco se proponía proscribir el uso de proyectiles de poco calibre que, entre otras cosas, voltean rápidamente en el cuerpo humano; con respecto al volteo, en el documento se especifica que el ángulo de inclinación (ángulo de incidencia) promedio del proyectil no ha de exceder el número estipulado de grados para los 14 primeros centímetros de penetración. En el trabajo sueco y en el proyecto suizo de Protocolo se describe el mismo fenómeno, pero la medición del ángulo de incidencia promedio, tal como se requiere en el texto sueco, exigiría la utilización de costosos equipos para realizar fotografías de gran velocidad en gelatina, o radiografías ultra rápidas en otros medios, o para obtener, mediante una fórmula convenida, el promedio de los ángulos de incidencia a partir de otras medidas.

31 Sobre el estudio de la elección de modelos artificiales de tejidos humanos y de animales y otros materiales utilizados en pruebas de balística, véase Sellier y Kneubuehl, op. cit., pp. 188–214.

32 Según Kneubuehl (comunicación personal) el comienzo de la cavidad temporal corresponde a un ángulo de incidencia de cerca de 20 grados.

33 El proyecto suizo se aplica solo a distancias de 25 metros o más. La razón para excluir distancias menores es que a esas distancias las balas están sujetas a un movimiento de desviación lateral. Como lo puntualizan Sellier y Kneubuehl (op. cit., p. 109), antes de que la bala haya salido del cañón, pueden observarse en la boca del arma flujos de gas producidos por la columna de aire expelida del cañón del arma, o por los gases de pólvora que fluyen alrededor y delante del proyectil. En los primeros pocos centímetros de su vuelo, estos gases ejercen una fuerza lateral sobre la bala, originando un movimiento de desplazamiento lateral (una desviación periódica de la disposición del proyectil con la punta hacia adelante). En los primeros 10 a 20 metros de su vuelo, el ángulo de incidencia de la bala varía entre 0,5 y 3 grados, alcanzando su nivel míximo cada período comprendido entre 1,5 y 3 metros. Dado que la propensión de la bala a voltear en el cuerpo se ve en gran medida afectada por el ángulo de incidencia en el momento del impacto, es muy posible que una bala que percuta a una persona a corta distancia, con un ángulo de incidencia de, por ejemplo, 3 grados voltee poco despuós de penetrar en el cuerpo, produciendo una herida grave, mientras que una bala idéntica, disparada en las mismas condiciones, percutiré con un ángulo de incidencia mínimo y comenzará a voltear mucho más tarde.

Después de un trayecto de 10 a 20 metros, el efecto del movimiento de giro de la bala (conocido como momento angular) contrarresta la inclinación y disminuye el ángulo de incidencia. A estas distancias mayores se hace patente la diferencia en los efectos lesivos de los distintos sistemas de armas de poco calibre.

34 Otro factor posiblemente significativo en el proceso de producción de la herida, que no se aborda en el texto suizo, es el efecto de un proyectil de poco calibre al golpear el hueso. En la reunión de expertos del CICR en 1994, Kneubuehl afirmó:

«Cuando una bala de fusil golpea un hueso poco después del impacto, penetra en el hueso con una pérdida de velocidad y de energía solo mínimas. Algunas medidas muestran que, a una velocidad de impacto de 800 metros por segundo, la velocidad solo disminuye 30 metros por segundo (una pérdida de energía de cerca de 220 julios) al penetrar en un fémur. El impulso resultante es demasiado escaso para deformar o romper el proyectil. Por otra parte, cuando penetra el hueso la bala pierde estabilidad, y después (de dicha penetración) la bala vuelve más pronto a la posición lateral. Así pues, es posible que una bala que no se fragmentaría en tejido blando pueda hacerlo después de golpear un hueso, debido a la desestabilización previa. Las balas que golpean huesos a bajas velocidades no se han examinado todavía»**.

Los efectos que producen los disparos de proyectil al entrar en el hueso han sido mucho menos estudiados que los efectos en los tejidos blandos. Quizás en las investigaciones futuras se descubran diferencias entre los sistemas de armas de poco calibre, por lo que atañe a la gravedad de las heridas producidas como resultado de la deformación o del volteo del proyectil al golpear el hueso. Si resulta que estas diferencias son significativas y no coinciden con las diferencias de gravedad de la lesión en los tejidos blandos ya previstas en el protocolo, dicho protocolo podría ser modificado en consecuencia.

35 Como dijo, el año 1978, G. Sellier, en el tercer International Symposium on Wound Ballistics (Simposio Internacional sobre Balística de la Herida): «Una exigencia fundamental ha de ser que el canal estrecho sea lo más grande posible, o sea, que se utilicen balas con la mayor duración longitudinal de inercia que sea posible. En la práctica, mediante una alargamiento del canal estrecho, se puede lograr que no se encuentren órganos vitales en la zona de la cavidad de la herida, que es muy grande y que resulta de la posición transversal de la bala»**. (Sellier, Karl G., «Effectiveness of Small Callibre Ammunition», en Seeman, T., ed., Proceedings of the Symposium on Wound Ballistics, Acta Chirurgica Scandinavica, Estocolmo, suplemento 489, 1979, pp. 1326 en la p. 24)Google Scholar Según los guarismos de Kneubuehl (que, al igual que los citados anteriormente, están basados solo en un limitado número de disparos de prueba), la bala de 7,62 mm de la OTAN se desplaza 19 centímetres antes de comenzar a depositar energía rapidamente y, a los 22 centímetros, ha depositado 600 julios de energía. Así pues, la bala del SS 109, aunque mejora con respecto a la del M16, tiene aun más probabilidad de ocasionar lesiones graves que el cartucho de la OTAN, de mayor calibre.