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Fuerza de trabajo, rendimientos y produccion agraria en Galicia a finales del siglo XIX

Published online by Cambridge University Press:  28 April 2010

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Tal es el tono de las Memorias de los registradores de la propiedad al referirse a la situación de la agricultura gallega a finales de la década de 1880. Términos semejantes, a veces idénticos, se pueden leer en el texto de la Junta Consultiva Agronómica, elaborado en base a la Memoria del ingeniero I. Aguiló y Cortés. Y numerosos informes remitidos a la Comisión que estudia la crisis agrícola y ganadera finisecular coinciden en la rutina de las prácticas agrarias, el bajo nivel económico, las deficiencias del sistema de cultivos y su frecuente inadecuación a las condiciones climatológicas y edafológicas, y por último, en la ausencia de modernización de la agricultura gallega. ¿Son realmente observaciones fieles a la realidad o más.

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Tercera sesión de trabajo: transformacioned agrarias despues de la desamoritizacion. Moderador: Jaime García-Lombardero
Copyright
Copyright © Instituto Figuerola de Historia y Ciencias Sociales, Universidad Carlos III de Madrid 1983

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References

1 Memorias y Estados formados por los Registradores de la Propiedad en cumplimiento de lo prevenido en el Real Decreto de 31 de agosto de 1866, Madrid, 1889, pp. 109–110.

2 Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio, Avance estadístico sobre el cultivo cereal y de leguminosas asociadas en España formado por la Junta Consultiva Agronómica, 1890. Quinquenios de 1866 a 1890, ambos inclusive, Madrid, 1981, tomo 1, pp. 135 y ss.Google Scholar

3 La crisis agrícola y pecuaria. Información escrita y oral de la Comisión creada por R. D. de 7 de junio de 1887 para estudiar la crisis por la que atraviesa la agricultura y ganadería, Madrid, 1887–1889, 7 tomos en 8 vols. Véanse, por ejemplo, las contestaciones números 1, 39, 40 y 42 del tomo II; 147 del tomo III; 347 y 365 del tomo IV, y 446, 456, 495 y 496 del tomo V.

4 Fuente utilizada para la zona de Fonsagrada por Saavedra, P., Economía rural antigua en la montaña lucense. El concejo de Burán, Santiago, 1979.Google Scholar También puede verse en Lence-Santar, E., Del Obispado de Mondoñedo, tomo III, Mondoñedo, 1915, pp. 149152Google Scholar, una muestra de los datos relativos al conjunto de la antigua provincia de Mondoñedo. Sobre el establecimiento de la contribución de frutos civiles véase Anes, G., “La contribución de frutos civiles entre los proyectos de Reforma Tributaria en la España del siglo XVIII”, en Hacienda Pública Española, núm. 27 (1974)Google Scholar, y Fontana, J., Hacienda y Estado en la crisis final del Antiguo Régimen español: 1823–1833, Madrid, 1973, pp. 36 y ss.Google Scholar

5 Véase, por ejemplo, Urquizu, A. y Ferrer, , Trabajos estadísticos basados endatos oficiales por los que se evidencia la disparidad de cómo se tributa y nece sidad de verdadera reforma en los amillaramientos, Madrid, 1886.Google Scholar La discrepancia entre los datos proporcionados por los amillaramientos y los del Instituto Geo gráfico y Catastral pueden verse en Dirección General del Instituto Geográfico y Catastral, Reseña estadística y geográfica de España, Madrid, 1888, pp. 489493.Google Scholar Recuérdese también la crítica de Anes, G. en “La agricultura española desde comienzos del siglo XIX hasta 1868”, en el libro colectivo Ensayos sobre la economía española a mediados del siglo XIX, Madrid, 1970, p. 257Google Scholar; y las recientes observa ciones de Bernal, A. M. y Drain, M. en Les campagnes sevillanes au XIXe–XXe siècles. Renovation ou stagnation?, Madrid, 1975, pp. 5357 y 65–66.Google Scholar La debilidad de las estimaciones procedentes de los amillaramientos es también subrayada por Garrabou, R., “Las transformaciones agrarias durante los siglos XIX y XX”, en Nadal, J. y Tortella, G. (eds.), Agricultura, comercio colonial y crecimiento económico en la España contemporánea, Barcelona, 1974, pp. 206229.Google Scholar

6 Así es el informe del Consejo Provincial de Agricultura, Industria y Comercio sobre la cartilla evaluatoria de Cospeito: “Adolece esta cartilla de notables defectos, en los valores que se asignan a las diversas operaciones culturales; y a las producciones tanto de la industria agraria como de su aneja la pecuaria” (Archivo Provincial de Hacienda de Lugo (APH Lugo), sección territorial, legajo 170, documento del 20 de marzo de 1891). La Junta de amillaramientos de Friol haee constar, por su parte, la “falta de bases seguras y equitativas” para su confección (ibidem, doc. del 22 de marzo de 1882). En la literatura socioeconómica de la época, y en la popular, son innumerables las denuncias de la defectuosa confección de los amillaramientos y de la discriminatoria distribución de la contribución territorial.

7 Una crítica detallada de esta fuente la realiza P. TABOADA en La crisis de 1847 en la provincia de Pontevedra, Santiago, 1978 (tesis de licenciatura, inédita).

8 Véanse los Reales Decretos de 14–XII–1859 reorganizando el Real Consejo de Agricultura, Industria y Comercio y aprobando el reglamento orgánico de las Juntas Provinciales en la Colección Legislativa de España. Cuarto trimestre de 1859, t. LXXXII, pp. 396–410.

9 Véanse, por ejemplo: Pallares, Conde de, Informe presentado a la Junta de Agricultura de la provincia de Lugo por su vicepresidente —, en contesta ción al interrogatorio sobre el estado de la enseñanza agrícola, sobre los medios de contribuir a su propagación y al fomento de la agricultura, Lugo, 1862Google Scholar; García Taboada, N., Informe evacuado por la Junta de Agricultura, Industria y Comercio de la provincia de Lugo, Lugo, 1866Google Scholar; O también el informe de la Junta de Agricultura de Pontevedra sobre la libre introducción de ganado portugués que publica el periódico El Miño de 30 de julio de 1868.

10 La constitución de las Juntas y diversas Memorias de actividades y actas de sus sesiones pueden consultarse en el Archivo del Ministerio de Agricultura(AMA), leg. 225, núm. 5 (Coruña, La); leg. 227, núm. 5 (Lugo); leg. 228, núm. 1 (Orense); leg. 229, núm. 1 (Pontevedra).

11 Real Decreto de 14–II–1879, en Colección Legislativa de España. Primer semestre de 1879, t. CXXII, pp. 166–171. El servicio agronómico quedaba constituido por los ingenieros agrónomos de las Juntas Provinciales y que tenían a su cargo la secretaría de las mismas. Una de las funciones de este servicio era precisamente “ejecutar todos los trabajos de estadística agrícola y pecuaria… y formular una Memoria anual acerca del estado de la agricultura, ganadería e industrias derivadas, determinando el progreso de las mismas y los obstáculos que se opongan a su desarrollo”. Sobre la Escuela y el Cuerpo de Ingenieros Agrónomos, véase Cañizo, José del, Cien promociones de ingenieros agrónomos, 1861–1960, Madrid, 1961.Google Scholar

12 Véase el Real Decreto de 14–VIII–1882 aprobando el reglamento orgánico del Cuerpo Nacional 'de Ingenieros Agrónomos en la Colección Legislativa de España. Segundo semestre de 1882, t. CXXIX, pp. 674–688.

13 Véase, por ejemplo, el Programa de las materias que han de comprender las Memorias correspondientes al año 1855 en AMA, leg. 258.

14 AMA, leg. 258, documento del 10 de febrero de 1885.

15 Orden de la Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio de 27–XI–1891, en de Arce, J., “Resumen histórico de los trabajos de estadística agrícola en España”, Boletín de Agricultura Técnica y Económica, t. V (1911), pp. 7386.Google Scholar

16 AMA, leg. 258, documento de 18–IV–1885 del Consejo Provincial de Agricultura, Industria y Comercio de Orense.

17 Avance estadístico sobre el cultivo' cereal y de leguminosas asociadas…; Avance estadístico sobre el cultivo y producción de la vid en España formado por la Junta Consultiva Agronómica, 1899, Madrid, 1891; La ganadería en España. Avance sobre la riqueza pecuaria en 1891 formado por la Junta Consultiva Agronómica conforme a las Memorias reglamentarias que el citado año han redactado los ingenieros del Servicio 'Agronómico, Madrid, 1892, 5 volúmenes. De las mismas fechas es el Avance estadístico sobre producción y cultivo del olivo en Es-paña en 1888, formado por la Junta Consultiba Agronómica, Madrid, 1891.

18 Contrástense, por ejemplo, los datos proporcionados por los ayuntamientos en el año 1884 y conservados en AMA, legs. 83 y 85. Sobre las vicisitudes del viñedo español en el último tercio del siglo XIX véase el reciente estudio de Carnero, T. i Arbat, , Expansión agrícola y atraso agrario. La viticultura española durante la gran depresión (1870–1900), Madrid, 1980Google Scholar, y el prólogo a esta obra de J. Fontana. Para Cataluña es de obligada consulta Iglesies, J., La crisi agraria de 1879–1900: la filoxera a Catalunya, Barcelona, 1968.Google Scholar Véase también Morilla Critz, J., “Vid malagueña y vid americana”, Gibralfaro, núm. 26, 1974.Google Scholar

19 La importancia de la información ofrecida por este Avance de la riqueza pecuaria fue señalada por Grupo de Estudios de Historia Rural, “Contribución al análisis histórico de la ganadería española, 1865–1929”, Agricultura y Sociedad, números 8 y 10 (1978 y 1979).Google Scholar

20 “Mientras no se tenga el catastro, sólo se podrá conseguir datos más o menos aproximados respecto al particular; los alcaldes de la provincia (Coruña, La) que facilitaron algunas noticias sobre el objeto, contestaron manifestando la imposibilidad de fijar cantidades, siquiera fuesen aproximadas, ni aun respecto de la extensión total de los respectivos ayuntamientos. Algunos han facilitado datos que resultan a simple vista erróneos” (Avance estadístico sobre el cultivo cereal y de leguminosas…, ya citado, p. 435). “Es muy difícil poder fijar, ni aproximadamente, la superficie destinada al cultivo cereal en esta provincia (Orense), y la dificultad es mucho mayor si se trata de averiguar la que ocupa cada una de las especies cereales” (ibidem, p. 512).

21 Especfalmente con las Memorias y estados de los registradores de la propie dad, ya citados; los datos conservados en AMA, leg. 258, para las cosechas de los años 1883 y 1884; y la misma capacidad de los suelos para su aprovechamiento cerealícola (véase el mapa de clases de suelos elaborado por el Departamento de Edafología de la Universidad de Santiago; y EQUIPO DE ESTUDIOS DEL AGRO GALLEGO, O proceso de modernización da agricultura galega, en prensa). Otras fuentes que permiten una comparación a nivel provincial con años inmediatamente anteriores o posteriores son: “Riqueza territorial y pecuaria de Asturias y Galicia”, en La Ilustración Gallega y Asturiana, t. II, 1880, p. 76; Dirección Geneal del Instituto Geográfico y Catastral, Reseña geográfica y estadística de España, Madrid, 1888, pp. 534535Google Scholar; Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio, Estadística de producción de cereales y leguminosas en 1895 formada por la Junta Consultiva Agronómica con los datos remitidos por los ingenieros del servicio provincial, Madrid, 1896Google Scholar; Dirección General de Aduanas, Informe acerca de la producción, comercio y consumo de trigo en España, Madrid, 1896.Google Scholar

22 El contraste de los datos anteriores con los de los años 1883 y 1884 así lo pone en evidencia y aconseja esta manera de proceder.

23 Avance estadístico…, t. III, resumen final.

24 Véanse diversos documentos en Archivo Histórico Nacional (AHN), Gobernación, leg. 1237. También se alude a la mala cosecha de 1886 en la provincia de Orense en La crisis agrícola y pecuaria, ob. cit., t. III, respuesta núm. 155, del Consejo General de Agricultura, Industria y Comercio de Orense.

25 Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico, Censo de la población de España según el empadronamiento hecho en 31 de diciembre de 1887, Madrid, 18891892Google Scholar, introducción al t. II.

26 La población femenina ocupada en la agricultura posiblemente se encuentre subestimada en las provincias gallegas, con la excepción de Pontevedra, y compensa así con creces la ligera sobrestimación que podría haber, en la consideración de su total aptitud para el trabajo, en los límites extremos de los grupos de edad recogidos por el Censo. La subestimación de la población activa femenina en la agricultura es, por otro lado, un problema general, muy visible en los censos franceses del siglo XIX (Toutain, J. C., “La population de la France de 1700 à 1959”, Cahiers de l'I.S.E.A., serie A.F., núm. 3 (1969), pp. 105 y ss.).Google Scholar

27 Véase Rodríguez Galdo, M. X. y Dopico, F., Crisis agrarias y crecimiento eco-nómico en Galicia en el siglo XIX, A Coruña, 1981.Google Scholar

28 Los términos medlos ofrecidos por la Junta Consultiva son simples promedios no ponderados de las distintas producciones y no son, por tanto, directamente comparables con las medidas aquí obtenidas, pero permiten un primer contraste de los rendimientos cerealícolas gallegos.

29 La bibliografía europea sobre productividad y rendimientos agrarios y sobre el problema más general de las transformaciones en la agricultura en los siglos XVIII y XIX es muy abundante y con frecuencia polémica. A efectos comparativos pueden observarse los rendimientos proporcionados para Francia por Newell, W. H., “The Agricultural Revolution in Nineteenth-Century France”, The Journal of Economic History, XXXIII (4), 1973Google Scholar; y, del mismo autor, Population change and Agricultural Development in nineteenth-Century France, New York, 1977. Los trabajos sobre Inglaterra son abundantísimos desde el artículo de Bennet, M. K., “British Wheat Yield per Acre for Seven Centuries”, Economic History, III, núm. 10, 1935Google Scholar; recientemente, O'Brien y Keyder nos recuerdan que la superioridad de la agricultura inglesa sobre la francesa, desde el punto de vista tecnológico, recidía fundamentalmente en la productividad de la fuerza de trabajo, en O'Brien, P. y Keyder, C., Economic growth in Britain and France, 1780–1914. Two paths to the Twentieth Century, London, 1978Google Scholar; y, de los mismos autores, “Les voies de passage vers la société industrielle en Grand-Bretagne et en France (1780–1914)”, Annales E.S.C., 1979 (6), pp. 1284–1303. Para Italia, Aymard, M., “Rendements et productivité agricole dans l'Italie moderne”, Annales E.S.C., 1973 (2), pp. 475498Google Scholar, y Porisini, G., Produttività e agricoltura: i rendimienti del frumento in Italia dal 1815 al 1922, Torino, 1971.Google Scholar Para los Paises Bajos, además de los conocidos trabajos de Slicher Van Bath, véase Van der Wee, H. y Van Cauwen-Berghe, E. (eds.), Productivity of Land and Agricultural Innovation in the Loio Countries (1250–1800), Leuven, 1978.Google Scholar Para Europa Central y Oriental, Dickler, R. A., “Organitation and Change in Productivity in Eastern Prusia”, en Parker, W. N. y Jones, E. L. (eds.), European Peasants and Their Markets. Essays in Agrarian Economic History, Princeton, 1975Google Scholar; Berend, I. T. y Ranki, G., Economic Development in East-Central Europe in the 19th and 20th Centuries, New York, 1974.Google Scholar

30 Entre la numerosa bibliografía sobre esta cuestión, puede consultarse: Orwin, S. y Whetham, E. H., History of British Agriculture, 1846–1914, London, 1964Google Scholar; Thompson, F. M. L., “The second Agricultural Revolution, 1815–1880”, The Economic History Review, segunda serie, XXI (1), 1969Google Scholar; Grantham, G. W., “The Diffusion of the New Husbandry in Northern France, 1815–1840”, The Journal of Economic History, XXXVIII (2), 1978Google Scholar; Anttila, V., “The modernisation of Finnish Peasant Farming in the late Nineteenth and early Twentieth centuries”, The Scandinavian Economic History Review, XXIX (1), 1976).Google Scholar La incidencia de los factores ideológicos, educativos y políticos en el proceso de modernización fue estudiado para Francia por Weber, E., Peasants into Frenchmen. The Modernitation of Rural France, 1870–1914, Stanford, 1976.Google Scholar Una vision de síntesis en Adelman, I. y Taft Morris, C., “The Role of Institutional Influences in Patterns of Agricultural Development in the Nineteenth and Early Twentieth Centuries: A Cross-Section Quan-tative study”, The Journal of Economic History, XXXIX (1), 1979.Google Scholar

31 Tracy, M., Agriculture in Western Europe. Crisis and adaptation since 1880, London. 1964.Google Scholar

32 La utilización de este tipo de abonos tiene carácter verdaderamente excepcional. La documentación de la Junta de Obras del Puerto de A Coruña muestra la existencia de importaciones de pequeñas cantidades de fertilizantes en el último cuarto del siglo XIX, pero su consumo no deja de ser anecdótico en la globa-lidad de la agricultura gallega de estos años.

33 Morineau insiste en la relación entre difusión de nuevos cultivos, como maíz y patata, y la dificultad para incrementar la producción y los rendimientos de los viejos cereales (Morineau, M., Les faux-semblants d'un démarrage économique: agriculture et démographie en Fronce au XVIIIe siècle, París, 1970Google Scholar, y “Révolution agricole, révolution alimentaire, révolution démographique”, en Annales de Démographie Historique, 1974, pp. 335–371).

34 J. M. Pérez deduce para el período 1800–1816, sobre la base de escrituras patrimoniales, unos rendimientos medios de 26,8 Hl/Ha. en la zona de La Lanzada y rendimientos análogos para 1848 (Pérez García, J. M., Un modelo de sociedad rural de Antiguo Régimen en la Galicia costera: La Península de Sainés (jurisdicción de La Lanzada), Santiago, 1979, p. 197 y tabla 5–14.)Google Scholar Los rendimientos obtenidos por mi sobre documentación patrimonial conservada en el Archivo Diocesano de Santiago, en la década de 1830, se aproximan asimismo a los rendimientos proporcionados por el Servicio Agronómico de A Coruña para los años 1886–1890.

35 Memoria formada por el ingeniero secretario de la Junta de Agricultura, Industria y Comercio de Lugo, en AMA, leg. 253, núm. 1.

36 Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio, Avance estadístico sobre el cultivo cereal…, t. I, p. 446.Google Scholar

37 Unicamente se señalan en las comarcas de A Limia, Monterrei y Caldelas “algunos instrumentos modernos, como los arados americanos, aparcadores, patateros, sembradoras de mano centrífugas y de carretilla, gradas mariposas, desgranadoras de maíz, segadora movida por una caballería, quebrantaduras de grano y otros que sean muy económicos, necesiten poca fuerza y sean fáciles de reponer en sus desperfectos en las mismas localidades” (ibid., t. II, pp. 514–515).

38 Ibidem, t. II, p. 314.

39 Ibidem, t. II, pp. 513–514.

40 Ibidem, t. II, p. 320.

41 Véase, por ejemplo, el procedimiento para la siembra del maíz: “Una persona va detrás del gañán que conduce el arado, y tomando los granos que conduce en una cesta colgada del brazo izquierdo, lo va depositando en grupos de dos o tres en el fondo del surco, a la distancia de 0,30 a 0,40 cm., sembrando un surco sí y otro no a fin de que queden las líneas esparcidas de 0,50 cm.” (ibidem, t. II, página 321).

42 Ibidem, t. I, pp. 446–447; t. II, pp. 324–325, 515–516 y 601–602.

43 Mientras que una mujer, según la Memoria de la provincia de Pontevedra, siega doce áreas de trigo, cebada o centeno, o 24 áreas de maíz (ibidem, p. 606). La Memoria de la provincia de Orense, por su parte, señala que “la superficie segada por un hombre, en un día de trabajo, es aproximadamente de 14 áreas para los tres primeros cereales, comprendiendo el atado de gavillas 25 áreas y 33 para el maíz de regadío y secano, respectivamente. El jornal en esta operación es, por término medio, de doce horas (ibid., p. 522). En Francia el empleo de la moissonneuse–lieuse permitía realizar esta labor a fines del siglo XIX en dos minutos por área (cfr. Ambrossi, C., Baleste, M., Tacel, M., Histoire et Géographie économique: des grandes puissances à l'époque contemporaine, París, 1967, t. I, p. 172).Google Scholar

44 La única excepción se da en algunas localidades de la provincia de Orense, donde “parece que algún propietario usa la desgranadora mecánica movida a brazo, por cuyo sistema suele salir la espiga medio desgranada, teniendo que terminar la operación a mano, lo cual indica lo defectuoso que es el mecanismo empleado” (Avance estadístico…, t. II, p. 522). La misma Memoria indica que “los jornales necesarios para la trilla de una hectárea son, según los datos recogidos en las zonas productoras, de 15 jornales de hombres para el trigo y cebada y 13 para el centeno” (ibidem). Datos semejantes ofrecen las restantes Memorias.

45 No tenemos datos sobre el volumen de la cosecha de patatas hasta el quinquenio 1905–1909, en el que rondaba los cinco millones y cuarto de quintales métricos; pero hay indicios de que la producción media en la década de 1880 era sensiblemente menor (cfr. Dirección General de Agricultura, Minas y Montes, Avance estadístico de la riqueza que en España representa la producción media anual de árboles y arbustos frutales, tubérculos, raíces y bulbos, Madrid, 1913, páginas 520535).Google Scholar

46 La Junta Consultiva estima la producción en algo más de 400.000 Hl., de los que las dos terceras partes corresponden a la provincia de Orense (Avance estadístico sobre el cultivo y producción de la vid…). La producción real era posiblemente más elevada.

47 Ya la Junta de Agricultura, Industria y Comercio de Orense proclamaba en 1875: “El ramo más importante de la riqueza de esta provincia y también el de más porvenir es, sin duda, la ganadería, lo que no debe extrañarse dadas las condiciones climatológicas y orográficas que ya se dejan consignadas y que son tan favorables a la producción herbácea base principal de la ganadería” (Breve noticia sobre el estado actual de la agricultura y ganadería de la provincia de Orense, AMA, leg. 253, núm. 1). Ahora, la Memoria de A Coruña insiste en que “las condiciones de medio que caracterizan esta región del N.O. hácenla figurar entre las principales de la nación en lo que concierne a la cría de animales domésticos en general” (La ganadería en España…, t. II, p. 7).

48 “En lo referente a la importancia económica y comercial, es reconocido que la vida del país estriba casi exclusivamente en esta riqueza; tiene tal trascendencia la mayor actividad en este comercio, que su paralización es causa de que la emigración aumente, se dificulte el pago de impuestos y rentas y la miseria cunda” (La ganadería…, t. II, p. 206).

49 Véase, por ejemplo, Fletcher, T. W., “The Great Depression of English Agriculture, 1873–1896”, Economic History Review, XIII (1), 1960.Google Scholar También en Galicia se levantaban voces a favor de la ampliación de las praderas a costa de las tierras de cereal (véanse, en este sentido, los escritos de A. Vicenti en La ilustración Gallega y Asturiana, en especial el de 28–VIII–1880).

50 En este momento en dificultades por la disminución del tráfico con Inglaterra. Véase García-Lombardeo, X., “Evidencias dunha crise agraria en Galicia: precios e exportación de gando a remates do século XIX”, Revista Galega de Estudios Agrarios, núm. 1 (1979).Google Scholar

51 La ganadería…, t. II, pp. 206 y 512.

52 Ni, al parecer, el excesivo cuidado en la reproducción de las especies existentes: “La reproducción de estas razas se verifica a capricho sin que preceda elección de sementales” (Breve noticia sobre el estado…).

53 La ganadería en España…, t. II, p. 28.

54 Ibidem, t. II, p. 181. Otra muestra de las dificultades para la alimentación del ganado la constituye la exportación de crías a Portugal para su engorde (ibidem, t. II, p. 206).

55 Ibidem, t. II, p. 47. Véanse también las pp. 48, 75, 196 y 220.

56 Ibidem, t. II, pp. 13–14.

57 Lo mismo ocurre en el caso de embutidos y salazón de carne (ibid., pp. 16–17). Pero tampoco la elaboración del vino, pese a su importancia en algunas comarcas, recibía un trato especialmente lucido si creemos el testimonio de la Junta de Agricultura de Orense: “Si el cultivo de la vid se efectúa regularmente, no sucede lo mismo con la fabricación de los vinos que está bastante descuidada”, pasando a continuación a describir los defectos de la vinificación (Breve noticia sobre el estado…).

58 Avance estadístico sobre el cultivo cereal…, t. II, p. 601. También son ilustrativas al respecto las Memorias del año 1875, ya citadas.

59 Una muestra de esta adaptación viene dada por la variedad de instrumentos agrícolas, muchos de ellos descritos por X. LOREKZO en Etnografía. Cultura material, t. II de la Historia de Galiza dirigida por R. OTERO PEDRAYO.

60 La existencia de una importante cabaña favorecía el proceso de intensificación de cultivos y, al tiempo, permitía la comercialización de terneros y cebones. Es ilustrativo de la función cumplida por el ganado vacuno que su carne no entre en la dieta de la familia campesina (véase en La crisis agricola y pecuaria…, t. II, respuestas 39, 41, 42 y 95; tomo III, respuestas 314, 347, 352 y 365; tomo V, respuestas 445, 456, 464, 495 y 496). De los diversos factores que impulsan una mayor monetización de la producción agraria señalaré para estos años el peso creciente de las exacciones tributarias, denunciado en numerosos escritos de la época. Para otros aspectos de la evolución de la agricultura gallega en el siglo XIX, véase M. X. RODRÍGUEZ GALDO y F. DOPICO, Crisis agrarias…

61 Realiza un diagnóstico de la agricultura española en estos años Garrabou, R. en “La crisi agrari espanyola de finals del segle XIX: una etapa del desenvolupament del capitalismo”, Recerques, núm. 5 (1975).Google Scholar El mismo autor señala que la utilización generalizada de abonos químicos y maquinaria requeriría un desarrollo muy superior al alcanzado por la industria española (“Las transformaciones agrarias…”, cit., p. 211). Véase también Fontana, J., “Transformaciones agrarias y crecimiento económico en la España contemporánea”, en Cambio económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX, Barcelona, 1973Google Scholar, y García-Lombardero, J., “Aportación al estudio de la agricultura española, 1891–1910: algunos problemas”, en Anales de Economía núm. 17 (1973).Google Scholar Datos comparativos con otros países europeos pueden encontrarse en Bairoch, P., “Niveaux de développement économique de 1810 à 1910”, Annales, E.S.C., XX (6), 1965, pp. 10911117.CrossRefGoogle Scholar